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POR SU POLÍTICA ANTIDROGA EN LA CÁRCEL

Los presos de Quatre Camins se amotinaron para ocultar una paliza al subdirector de la prisión

La revuelta de presos de la cárcel barcelonesa de Quatre Camins del pasado viernes fue organizada por nueve internos peligrosos para "disfrazar" la brutal paliza que propinaron al subdirector de Seguridad de la prisión. Tras la suspensión de los contactos vis a vis de los internos del Módulo 1 y el refuerzo de la seguridad, la normalidad ha vuelto al centro penitenciario.

La revuelta de presos de la cárcel barcelonesa de Quatre Camins del pasado viernes fue organizada por nueve internos peligrosos para "disfrazar" la brutal paliza que propinaron al subdirector de Seguridad de la prisión. Tras la suspensión de los contactos vis a vis de los internos del Módulo 1 y el refuerzo de la seguridad, la normalidad ha vuelto al centro penitenciario.
L D (EFE) Lo ocurrido no fue un motín, en el estricto sentido del término, sino una revuelta instigada por nueve internos que veían cómo su negocio de "trapicheos" de drogas se diluía por los estrictos controles de seguridad que se llevan a cabo en el centro para atajar el tráfico de sustancias estupefacientes. Esta es la versión que han ofrecido tres días después de los incidentes fuentes penitenciarias.

Los internos que participaron en la revuelta, según estas fuentes, veían al subdirector de Seguridad, Manuel Tallón, que permanece ingresado en estado grave aunque evoluciona favorablemente de las heridas que sufrió, como el principal "enemigo" para sus "negocios". Por ello, según las primeras investigaciones, arremetieron y se ensañaron con él y, a continuación, promovieron una revuelta en la que "arrastraron" a unos setenta internos más del Módulo 1 de Quatre Camins, ya que ese grupo de nueve reclusos ejercen una posición de "miedo y respeto" sobre el resto de internos.

Estos nueve internos, que el viernes por la noche fueron trasladados a otras prisiones catalanas, donde permanecen aislados, están liderados por un recluso que cuenta con largas condenas por atracos y otros delitos graves, y lo componen otros presos multi-reincidentes también condenados por tráfico de drogas, homicidios y atracos.

Fuentes penitenciarias insisten en considerar que "no hubo un motín" como el que esta misma cárcel sufrió en mayo de 2002, y han indicado que, en ningún momento los reclusos hicieron peticiones coherentes o demandas concretas a las autoridades del centro, y atribuyen los incidentes a un "episodio aislado". Se desencadenó cuando unos funcionarios pidieron a un interno que se sometiera a un cacheo ante las sospechas que podía llevar droga encima, tras una comunicación "vis a vis" con una persona que acudió a visitarle en la prisión.

El preso, al que se unieron otros ocho, respondió con una paliza a Manuel Tallón con patadas y golpes y, tras la agresión, incluso se profirieron amenazas de muerte a personal de la cárcel cuando se desplazaron a auxiliar al subdirector. De forma inmediata a la agresión y aún en el patio, los "cabecillas" de la revuelta secuestraron al funcionario Jordi Laborda, al que desnudaron, ataron en una silla, y le propinaron una paliza, en la que también intervinieron otros reclusos, aunque en menor medida.

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