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CURIOSAMENTE, LUCÍA EL SOL EN RIBADESELLA

Asturias celebró la boda de “sus” Príncipes brindando con sidra y al ritmo de gaitas

Asturias celebró la boda de "sus" Príncipes con brindis de sidra y al ritmo de cientos de gaitas que llenaron de música todos los rincones de la capital del Principado, donde la expectación despertada por el enlace real se reflejó en calles y tiendas casi vacías mientras duró la ceremonia.

L D (EFE) La vinculación de Don Felipe de Borbón con Asturias, donde acude anualmente desde hace 25 años para entregar los Premios que llevan el nombre del Heredero de la Corona, y el hecho de que Doña Letizia sea natural de Oviedo hace que los asturianos hayan sentido más cercana la boda de quienes consideran "sus" príncipes.

Así lo ponía de manifiesto José Miranda, el alcalde de Ribadesella, localidad del oriente asturiano donde la Princesa Doña Letizia pasó buena parte de los "veraneos" de su niñez y en una de cuyas aldeas (Sardeu) residen sus abuelos paternos. Los vecinos de Ribadesella, que celebraron con abundante sidra la boda de Don Felipe de Borbón y Doña Letizia Ortiz, consideran a la Princesa una de ellos por su estrecha vinculación a la localidad, que la nombrará hija adoptiva y pondrá su nombre a una de las calles de la capital del concejo, según anunció Miranda.

En Ribadesella, varios centenares de vecinos siguieron la boda a través de una pantalla gigante instalada en una carpa en la Plaza Nueva, donde se bebieron quinientos litros de sidra donados por la Asociación de Lagareros, que sirvieron para brindar por la felicidad de los príncipes de Asturias al finalizar la ceremonia en la Catedral de La Almudena. Los centenares de ciudadanos, entre ellos todos los miembros de la corporación municipal, aplaudieron con especial entusiasmo a la llegada de la novia a La Almudena y permanecieron en absoluto silencio cuando su vecina Menchu Alvarez del Valle, abuela paterna de Doña Letizia, leyó en la ceremonia parte de la epístola de San Pablo a los Corintios, en la que hablaba de las virtudes del amor.

Al finalizar la lectura de la abuela de la novia, los vecinos de Ribadesella aplaudieron en pie a su vecina. "Menchu (Alvarez del Valle) y Doña Letizia son las mejores embajadoras de Ribadesella y de Asturias", manifestó el alcalde, quien informó de que el Ayuntamiento regalará a los príncipes un llagar a tamaño natural elaborado por un artesano de Villaviciosa.

Durante la ceremonia religiosa, los comentarios de los vecinos coincidían al destacar la brillantez del acto y la belleza de la novia, y lamentaban que la lluvia desluciera la jornada en Madrid, mientras que en Ribadesella lucía el sol. Los mismos comentarios se repetían en Oviedo entre los centenares de vecinos que siguieron el enlace de los príncipes en una pantalla gigante instalada en el Auditorio de Oviedo y en el mercado de abastos de El Fontán, donde también se brindó con sidra por los novios.

Vendedores y clientes se olvidaron de sus tareas mientras esperaban ver cómo era el traje de la Princesa de Asturias y en el momento del "sí quiero", que fue acompañado por algunos gritos de "Vivan los novios". Los comerciantes del centro de Oviedo coincidían en señalar que se había notado un notable descenso en la afluencia de público, que empezó a llenar las principales calles de la capital asturiana al término de la ceremonia religiosa.

Para celebrar el enlace, 920 gaiteros de 22 grupos folclóricos de distintas localidades del Principado tocaron por la ciudad durante toda la mañana y desfilaron a las 13:00 horas por la principal avenida de la ciudad, que este fin de semana celebra también la tradicional Feria de la Ascensión. Desde el Ayuntamiento, cuya fachada está adornada con una gran foto de los novios rodeada de guirnaldas de flores, y a través de calles ornamentadas con banderas y fotografías de la pareja, los gaiteros desfilaron entre las cientos de personas que a esa hora ya habían tomado las calles, donde la amenaza de lluvia no llegó a materializarse.

Las calles de Oviedo serán escenario esta tarde del desfile y la ceremonia de una boda típica vaqueira, con la que también se pretende homenajear a la pareja real, en la que se seguirá la tradición que durante cinco siglos han mantenido los pastores trashumantes del occidente asturiano.

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