(Libertad Digital) De esta forma, Francia sumó los tres primeros puntos de la Eurocopa, a pesar del mejor juego de los británicos, que recordarán siempre el último y fatídico minuto y la figura de un genio capaz de los imposible como es Zinedine Zidane . Peor suerte no pudo tener Inglaterra, que tuvo en sus manos sentenciar el envite a falta de un cuarto de hora para la conclusión. Beckham marró un penalti ante Barthez que oscureció su labor, muy buena hasta ese momento.
El partido no respondió a las expectativas creadas, que fueron muchas debido a la cantidad de estrellas que se reunieron en el césped del estadio de la Luz. Las aficionados respondieron con un ambiente espectacular en las gradas. En el césped ninguno de los dos combinados renunció a su estilo. Para Francia, el toque, y para los británicos la velocidad y el pase largo y rápido al área. Así, los bleus comenzaron dominando el partido, llevando la iniciativa del juego, con Patrick Vieira perfecto en su cometido de crear el juego francés. Especial atracción tenía el duelo entre los dos capitanes. Los madridistas Zinedine Zidane y David Beckham. El envite particular entre ambos se inclinó en el último minuto a favor del primero.
El tanto tardó en llegar (m.38), pero fue una lección de practicidad. Falta en banda derecha que sacó Beckham con maestría al área y Lampard remató de espléndido cabezazo a la red de Barthez. Fue la locura entre la afición inglesa, que contagió el entusiasmo a sus jugadores. Fueron unos minutos de buen juego inglés. Tras unos minutos de desconcierto Francia pasó a tomar el mando del encuentro de forma definitiva. Tuvo que ser Beckham el que a balón parado creara las oportunidades más peligrosas inglesas. Le faltó la guinda al inglés, que oscureció su gran labor al fallar un penalti que hubiera sentenciado el partido en el minuto 72.
Pero cuando el partido parecía expirar y ofrecer una victoria a Inglaterra apareció la magia de genio llamado Zinedine Zidane . Primero empató en el minuto 91 con un lanzamiento de falta magistral y después logró la remontada definitiva al transformar un penalti en el 93 cometido, sin objección, sobre Henry. Dos pinceladas de maestro y tres puntos no trabajados para su equipo, mientras en la grada la desolación de los ingleses era patente. No hubo tiempo ni siquiera para sacar de centro.
El partido no respondió a las expectativas creadas, que fueron muchas debido a la cantidad de estrellas que se reunieron en el césped del estadio de la Luz. Las aficionados respondieron con un ambiente espectacular en las gradas. En el césped ninguno de los dos combinados renunció a su estilo. Para Francia, el toque, y para los británicos la velocidad y el pase largo y rápido al área. Así, los bleus comenzaron dominando el partido, llevando la iniciativa del juego, con Patrick Vieira perfecto en su cometido de crear el juego francés. Especial atracción tenía el duelo entre los dos capitanes. Los madridistas Zinedine Zidane y David Beckham. El envite particular entre ambos se inclinó en el último minuto a favor del primero. El tanto tardó en llegar (m.38), pero fue una lección de practicidad. Falta en banda derecha que sacó Beckham con maestría al área y Lampard remató de espléndido cabezazo a la red de Barthez. Fue la locura entre la afición inglesa, que contagió el entusiasmo a sus jugadores. Fueron unos minutos de buen juego inglés. Tras unos minutos de desconcierto Francia pasó a tomar el mando del encuentro de forma definitiva. Tuvo que ser Beckham el que a balón parado creara las oportunidades más peligrosas inglesas. Le faltó la guinda al inglés, que oscureció su gran labor al fallar un penalti que hubiera sentenciado el partido en el minuto 72.
Pero cuando el partido parecía expirar y ofrecer una victoria a Inglaterra apareció la magia de genio llamado Zinedine Zidane . Primero empató en el minuto 91 con un lanzamiento de falta magistral y después logró la remontada definitiva al transformar un penalti en el 93 cometido, sin objección, sobre Henry. Dos pinceladas de maestro y tres puntos no trabajados para su equipo, mientras en la grada la desolación de los ingleses era patente. No hubo tiempo ni siquiera para sacar de centro.