Grecia acaba con el mito de Francia para meterse por primera vez en semifinales

(Libertad Digital) El primer tiempo de Francia fue muy flojo. Por muy lejos que llegue este equipo, nada tiene que ver con aquel famoso que arrasara en 1998 en "su" Mundial y en 2000 en la Eurocopa. Le falta aquel vértigo de antaño. Se ve a una selección más castigada de lo normal y también más vieja, por mucho que algunos se empeñen en negarlo.

Grecia, por contra, sigue creciendo. Con ese plus de moral que da la escalada al débil, se soltó el pelo. Nikolaidis avisó a los 13 minutos a Barthez, Karagounis participó en un gol fantasma que pidieron como válido los griegos al entender que el balón había traspasado la raya de gol y, a los 37 minutos, Fyssas también gozó de su ocasión para dar la sorpresa. Francia tuvo problemas en la creación. Cierto es que los helenos llegaron a jugar con diez futbolistas por detrás del balón. Pero es que ni Dacourt ni Makelele ayudaron a dar criterio. Llamó la atención la escasa ayuda que tuvo Francia en la grada. No hubo ese apoyo descomunal de antes. Poco menos de 5.000 galos animaron a los suyos. Quizás porque ya no despierta tanta confianza en la gente. En el segundo tramo, Francia apretó el acelerador. Pero el arreón sólo duró un cuarto de hora.

Grecia nunca quiso ir a por el partido a lo grande. Renunció a la creación y se pertrechó atrás, pero buscó la contra. Y los de Santini empezaron a hacer daño en el momento que en buscaron la sorpresa. Cuando fue menos previsible, con Lizarazu explotando en la banda izquierda, estuvieron a punto de hacer daño a Nikopolidis. Comenzó a aparecer Henry pero sin suerte. Se le nota enfadado y, cada vez que lanza a puerta y el balón no le entra, gesticula y maldice su suerte. No se le ve feliz en el césped. No es el del espectáculo que ha ofrecido este año en el Arsenal y eso Francia lo nota. De Trezeguet, mejor no hablar. No ha habido noticias suyas en el José Alvalade, como tampoco a lo largo del resto de Eurocopa.

Grecia depende y mucho de su capitán. Zagorakis es un centrocampista que conjuga casta y toque, pero sobre todo orgullo. Ya estuvo de notable contra España y esta vez su concurso ha sido decisivo para que los suyos lograran el gol.  Desde el costado derecho, arrancó con un balón vertical, se fue de Lizarazu y su pase medido fue mandado a la red por Charisteas de un perfecto cabezazo. Un golazo. Santini reaccionó de inmediato. Quitó a Dacourt y a Trezeguet en sustitución de Wiltord y Saha. Saha, el nueve del Manchester United, aportó más en cinco minutos que Trezeguet en 72. Tampoco Pires tuvo su día, pero es que a Francia no le funcionó nada. Rothen tuvo once minutos para remontar y tampoco su entrada al campo surtió efecto. Grecia jugó una vez más de forma inteligente. Y el equipo de Otto Rehhagel dio un campanazo más en esta Eurocopa.