L D (EFE) El botín lo habían enterrado en un pequeño cementerio de las afueras de París varios miembros de la banda. Uno de ellos, el italiano Gian Luigi Esposito, se lo confesó en prisión al militante de extrema izquierda Jean-Pierre Hellegouarch, quien se lo dijo, a su vez, a Fourniret, con quien compartió su celda un tiempo después. Los tres delincuentes coincidieron en la prisión de Fleury-Mérogis tres años, entre 1986 y 1989.
La compañera de Hellegouarch contactó con Fourniret cuando éste salió de la cárcel, con el fin de que le ayudara a desenterrar el tesoro. Pero el asesino, después de que ambos se hicieran con el botín, mató a la mujer y se hizo con la mitad del oro, pues, según afirma, dejó el resto en el domicilio de la pareja.