(Libertad Digital)
“Señor Rodríguez Ibarra:
Soy Laura Martín. Mi marido, Juan Carlos García Goena, fue asesinado por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) el 24 de julio de 1987 a la puerta de mi casa, en Hendaya. Desde que mataron a Juan Carlos, la obsesión por conocer la verdad sobre el atentado ha sido primordial en mi vida.
En un principio, el odio y el sentimiento de venganza me hacían desear la muerte de los asesinos de mi marido, aquellos que le colocaron una bomba en el coche cuando se dirigía a su trabajo. Más tarde, con la ayuda de mis hijas y la memoria de Juan Carlos, el ansia de justicia me seguía dominando, pero sin revanchismo. Tenía la necesidad vital de conocer la verdad, toda la verdad, y pedí a Felipe González, presidente del Gobierno, y a José Barrionuevo, ministro del Interior, un reconocimiento público.
Desde aquel fatídico y triste 24 de julio de 1987 hasta hoy, me he entrevistado con personas implicadas en los sumarios de los GAL, con testigos protegidos y otras personas que han investigado aquel atentado. Con todos esos testimonios que he recogido en los últimos 17 años, he llegado a la conclusión de que el asesinato de Juan Carlos no ha sido esclarecido por falta de voluntad política o por falta de interés judicial. O quizás por las dos razones a la vez.
El indulto encubierto que acaban de conceder al general Rodríguez Galindo, que no ha demostrado ningún tipo de arrepentimiento por los hechos por los que fue condenado, y la petición de indulto de Felipe González, José Barrionuevo y José Luis Corcuera para Rafael Vera después de sus clamorosas amenazas en la carta que envió al diario El País, son para mí una afrenta que me provoca de nuevo mucho dolor. Hay que recordar que, cuando Juan Carlos fue asesinado, Rafael Vera era secretario de Estado de Interior y que, además, estuvo imputado en el sumario que se abrió por la muerte de mi esposo.
Señor Rodríguez Ibarra: ¿Quién me indulta a mí de tener que padecer que mis heridas se reabran una y otra vez? No pueden jugar con mi sensibilidad y la de los españoles con la impunidad que ustedes se brindan a sí mismos. Los agravios comparativos y las decisiones privilegiadas que ustedes toman son un desprecio para toda la sociedad española.
Por todo esto, me siento con la legitimidad moral de invitarle a que se presente ante un juez y declare todo lo que conoce sobre los crímenes de los GAL, incluido el de Juan Carlos, mi marido.
Créame, señor Rodríguez Ibarra, esta actitud le honra; de lo contrario, espero de usted la suficiente dignidad para que públicamente me dé explicaciones de sus consternantes declaraciones.
Atentamente. Laura Martín, viuda de Juan Carlos García Goena”.