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Del Olmo dicta orden de prisión incondicional para Toro tras los careos con Zouhier y Lavandero

Antonio Toro tendrá que ingresar en la cárcel por delitos directamente relacionados con la matanza de marzo. Hasta siete veces ha comparecido ante el juez instructor Juan del Olmo, tres de ellas en careos con Zouhier, Trashorras y Lavandero, confidente que proporcionó al agente Campillo una valiosa información sobre el tráfico de dinamita. Dos de los protagonistas de la fiesta del 13-M en una marisquería madrileña también declararon ante el juez. Mientras, las investigaciones en torno a la Guardia Civil de Asturias se suspenden por Navidad.

Antonio Toro tendrá que ingresar en la cárcel por delitos directamente relacionados con la matanza de marzo. Hasta siete veces ha comparecido ante el juez instructor Juan del Olmo, tres de ellas en careos con Zouhier, Trashorras y Lavandero, confidente que proporcionó al agente Campillo una valiosa información sobre el tráfico de dinamita. Dos de los protagonistas de la fiesta del 13-M en una marisquería madrileña también declararon ante el juez. Mientras, las investigaciones en torno a la Guardia Civil de Asturias se suspenden por Navidad.
L D (Europa Press) El juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo, que investiga los atentados del pasado 11 de marzo en Madrid, decretó este jueves el ingreso en prisión incondicional de Antonio Toro Castro por los delitos de colaboración con organización terrorista y suministro de sustancias explosivas, por su relación con la trama asturiana que facilitó la dinamita a los autores materiales del 11-M, informaron fuentes jurídicas.
 
Del Olmo dictó el auto de prisión después de que el miércoles le tomara declaración y de que la fiscal del caso, Olga Sánchez, solicitara esta medida contra el imputado. Antonio Toro había sido detenido en dos ocasiones por su presunta vinculación con el 11-M. En su primera comparecencia ante el juez Del Olmo, el 31 de marzo, la fiscal no pidió su ingreso en prisión y el magistrado se limitó a prorrogar su detención hasta el 2 de abril, día en que salió en libertad.
 
Además, ahora se ha sabido que, en 2001, la Policía no registró la casa de Antonio Toro en el curso de la polémica Operación Pipol porque, al ser detenido, éste dijo que las drogas estaban en otro sitio, en un garaje.
 
La trama asturiana tras la cinta grabada por Campillo
 
El magistrado señala en el auto que existe una "pluralidad de indicios" que "no permiten fijar de modo directo la vinculación del imputado en el suministro de la sustancia explosiva (Goma 2 Eco y detonadores)" a los terroristas, "pero sí de modo circunstancial". Así, cita una de las cinco declaraciones que el imputado Rafá Zouhier prestó en su juzgado, en la que indicó que fueron Toro y su cuñado e imputado, José Emilio Suárez Trashorras, quienes el 20 de febrero de 2003 le proporcionaron una muestra de dinamita y un detonador.
 
El auto explica que dichas afirmaciones han sido negadas "de modo absoluto" por el propio Toro y "negadas relativamente" por Suárez Trashorras, aunque están constatadas por las manifestaciones de miembros de la Guardia Civil y por documentación obrante en las actuaciones.
 
No obstante, el juez afirma que la credibilidad de las manifestaciones de Zouhier, Toro y Trashorras "se ve debilitada por la falta de una manifestación precisa y completa por parte de todos ellos desde un principio" y añade que el primero ha ido modificando "paulatinamente" su versión sobre los hechos, por las variaciones que ha ido introduciendo en sus cinco declaraciones ante el juez.
 
Ofertas de explosivos
 
Aun así, Del Olmo considera que se ha puesto de evidencia la existencia, en 2001, de una supuesta oferta de sustancia explosiva "en cantidad notoria" por parte "inicialmente de Antonio Toro y, tras su ingreso en prisión, por José Emilio Suárez", según lo declarado por el testigo protegido "Lavandero" al agente Campillo. Este extremo fue corroborado por la localización en julio de 2001 de una lonja con cartuchos de goma-2 y detonadores que estaba a disposición de Toro, Suárez y, al menos, un tercero. "El tiempo transcurrido –indica el auto– es considerable (desde 2001 hasta 2003 y 2004), pero pone de manifiesto que los imputados Antonio Toro y José Emilio Suárez tenían capacidad, ya en el año 2001, de ofertar (y conseguir) sustancias explosivas en cantidad elevada".
 
El auto añade que, según Zouhier, en 2003 Toro y Trashorras "ofrecían explosivos en Madrid a todo aquel que quisiera conseguirlos". El propio Zouhier, por indicaciones de la Unidad Central Operativa (UCO), se desplazó el 5 de febrero de ese año a Asturias para facilitar la identificación de aquellos a la Guardia Civil. 15 días más tarde, Toro y Trashorras le bajaron a Madrid una muestra de los explosivos.
 
"Esta disponibilidad de sustancias explosivas lleva, tal y como refiere José Emilio Suárez, a una reunión en un McDonalds de Carabanchel (Madrid), donde están presentes, entre otros, Suárez Trashorras, Jamal Ahmidan ("el Chino", líder de la célula terrorista y muerto el 3 de abril en Leganés), Rachid Aglif (en prisión por su presunta relación con los atentados) y el propio Rafá Zouhier", indica el auto, que añade que en dicho encuentro "se interesa de Trashorras la provisión de 60 kilos de sustancia explosiva".
 
Pedro, Lofti y el cumpleaños en una marisquería de Madrid
 
Por otro lado, este jueves también declararon ante el juez el agente de la Guardia Civil conocido como Pedro que, según Zouhier, vendió armas a otro marroquí, Lofti, que también compareció ante Del Olmo. El guardia civil, que actualmente se encuentra de baja por razones psicológicas, negó haber vendido armas a Lofti, aunque admitió que conocía a éste y a Zouhier, así como a Toro y Suárez Trashorras. Con ellos coincidió en una cena celebrada en Madrid el 13 de marzo en la que, según dijo, no se habló del 11-M. Se trata de la fiesta de cumpleaños de Lofti –socio de El Chino– que relató El Mundo. Se celebró en una marsquería de la Gran Vía madrileña.
 
Versiones de Toro contra Zouhier y Trashorras
 
La defensa de Toro dijo que Zouhier y Suárez Trashorras  "van contando las cosas según como mejor les va a ellos". El abogado afirmó que algunos de los testimonios en los que la fiscal se basó para pedir la prisión para su cliente "no tienen credibilidad".
 
Sobre Zouhier, indicó que del careo mantenido con su representado se extrajeron "claras falsedades", respecto a un número de teléfono de unos etarras que supuestamente había visto en el cristal de un locutorio, mientras que en el careo dijo que "no pudo ver a quien pertenecía el teléfono y que se lo imaginó". Lo contrario supondría un presunto delito de colaboración con ETA que agravaría aún más la ya complicada situación penal de Toro.

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