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Diez mil antiguos presos y cincuenta delegaciones oficiales recuerdan la liberación de Auschwitz

En el acto para conmemorar el sesenta aniversario de la liberación del campo nazi de exterminio Auschwitz, cerca de la ciudad polaca de Cracovia, participan este jueves más de diez mil antiguos presos y combatientes de la resistencia antifascista, así como cincuenta delegaciones oficiales que incluyen miembros de casas reales.  Este míercoles el Parlamento de Israel recordaba a las víctimas, con un discurso del primer ministro Ariel Sharon que lamentaba la indiferencia con la que el mundo asistió al genocidio del pueblo judío.

En el acto para conmemorar el sesenta aniversario de la liberación del campo nazi de exterminio Auschwitz, cerca de la ciudad polaca de Cracovia, participan este jueves más de diez mil antiguos presos y combatientes de la resistencia antifascista, así como cincuenta delegaciones oficiales que incluyen miembros de casas reales.  Este míercoles el Parlamento de Israel recordaba a las víctimas, con un discurso del primer ministro Ariel Sharon que lamentaba la indiferencia con la que el mundo asistió al genocidio del pueblo judío.
LD (EFE) La ceremonia empezó con el silbido de un tren, simbolizando a los deportados que llegaban a Auschwitz-Birkenau desde la Europa ocupada por los nazis, que habían organizado en este paraje del centro de Polonia su principal "fábrica de la muerte" por encontrarse en el corazón de su territorio y en una zona muy bien comunicada. El acto transcurre ante las vías de Birkenau, la zona del campo adonde llegaban aquellos presos cuya condición física excluía que fueran aprovechados como esclavos y que eran llevados directamente a las cámaras de gas.
 
Se celebró una oración ecuménica con la participación de católicos, ortodoxos, evangélicos y judíos y a continuación se encendieron las llamas eternas ante las placas recordatorias colocadas en el Monumento de la Memoria de los Pueblos en Birkenau. Los fuegos eternos han sido encendidos por una delegación de antiguos presos, integrada por seis personas y una delegación de antiguos soldados del Ejército Rojo que participaron en la liberación del campo de Auschwitz, compuesta por tres personas. Seguidamente depositaron coronas de flores al pie del monumento los jefes de las delegaciones oficiales y el cantor Joseph Malowany de Nueva York interpretó la oración "El Maale Rabamim".
 
En nombre de los presos hablaron tres ilustres antiguos reclusos, la francesa Simone Veil, que ha sido varias veces ministra, el polaco Vladislav Bartoszewski, entre cuyos méritos figura el haber iniciado la reconciliación germano-polaca tras la guerra y Romani Rose, el presidente de los gitanos de Alemania. Este último habla en nombre de los gitanos, el segundo grupo étnico tras los judíos más perseguidos por los nazis.
 
El Papa pide que la tragedia no caiga "en el olvido"
 
El Papa Juan Pablo II pidió que la tragedia de Auschwitz sirva para despertar conciencias, extinguir los conflictos y exhortar a la paz, a la vez que subrayó que lo sucedido allí durante la Segunda Guerra Mundial "no puede caer en el olvido". El mensaje lo ha llevado consigo el cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París y enviado especial del Pontífice al acto.
 
En el texto, escrito originalmente en polaco, el Papa afirma que el drama de Auschwitz fue "el trágico fruto de un odio programado" y recuerda a las víctimas que sufrieron un trato inhumano y murieron en las cámaras de gas, al tiempo que hace votos para que "nunca, en ningún rincón de la Tierra, se repita lo que afectó a millones de personas a las que lloramos desde hace sesenta años".

El Pontífice afirmó que inclina la cabeza en señal de respeto ante quienes padecieron tanto sufrimiento y recuerda que en 1979 estuvo en ese campo de concentración "como peregrino" y se paró ante las lápidas dedicadas a las víctimas, escritas en una veintena de idiomas.
 
Entonces se detuvo más tiempo ante la lápida en hebreo para reflexionar acerca del hecho de que el pueblo judío, "que había recibido de Dios el mandamiento de 'no matarás', experimentó en sus carnes y de manera particular el significado de lo que es asesinar". "Delante de esas lápidas no es lícito pasar con indiferencia" asegura Juan Pablo II, para quien ese modo programado de destruir a todo un pueblo "se extiende como una sombra sobre Europa y el mundo. Es un crimen que mancha para siempre la historia de la Humanidad".

Por eso, el Pontífice anima a no ceder ante las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana sobre la base de las diferencias de raza, etnia, lengua o religión. En concreto, subraya ese llamamiento a los que "en nombre de la religión recurren a la vejación y al terrorismo".

En su mensaje, el Pontífice rememora también las graves pérdidas humanas que la Segunda Guerra Mundial causó a la entonces Unión Soviética, el país que mayor número de víctimas tuvo, así como a los pueblos zíngaros o gitanos, "que, de acuerdo con los planes de Hitler, estaban destinados al exterminio total".

Asimismo, el Papa hizo una mención especial para su país, Polonia, en cuya historia secular la experiencia de Auschwitz supuso una etapa "en la lucha por la defensa de sus derechos fundamentales entre los pueblos de Europa". Sin embargo, Polonia, "tras tantos sacrificios en la liberación de Europa de la nefasta ideología nazi, fue vendida a la esclavitud a otra ideología destructiva: el comunismo soviético".

Sesenta años después de la apertura del campo a la libertad, el Papa reconoce que "sigue rezando sin cesar por la paz en el mundo, con la confianza de que al final vencerá el respeto a la dignidad de las personas, el derecho de cada uno a una búsqueda libre de la verdad, la observancia de las normas morales y el cumplimiento de la justicia".

Además, el Papa menciona en su mensaje que la tragedia de Auschwitz incluyó también casos de personas que demostraron amor no sólo a otros prisioneros, sino también a sus verdugos. Ese hecho mueve al Pontífice a considerar que incluso en un contexto de mal absoluto, éste "no tiene la última palabra. En el abismo del sufrimiento puede triunfar el amor. El testimonio de ese amor no debe caer en el olvido. Este es el sentido más profundo de esta celebración".

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