L D (Agencias) El Papa Juan Pablo II recitó este domingo su mensaje de forma íntegra, con voz algo ronca pero bastante inteligible, a diferencia de la semana pasada, cuando encargó la lectura del texto a un colaborador. El Pontífice dejó claro que sigue "al servicio de la unidad de la Iglesia" y aseguró: "Siento particularmente viva en el ánimo la invitación de Jesús a cuidar de la Iglesia cuando contemplo el misterio eucarístico".
El Papa sólo tuvo que interrumpir la lectura en una ocasión para toser, aunque la retomó tras una pequeña pausa para rezar "por todo el Pueblo de Dios en el camino de la Cuaresma hacia la Pascua".
El Pontífice destacó en su mensaje la solemne celebración eucarística con la que ayer, sábado, se puso fin a una semana de ejercicios espirituales de la Curia y afirmó que "la Eucaristía es la fuente de la que toma siempre vigor renovado la comunión entre los miembros del Cuerpo místico de Cristo". Juan Pablo II dijo que "es desde esta perspectiva como adquiere plena evidencia la peculiar tarea confiada a Pedro y a sus sucesores: el ministerio petrino es esencialmente servicio a la unidad de la Iglesia".
Tras el Angelus, que fue leído desde el interior de la habitación papal por el sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo argentino Leonardo Sandri, Juan Pablo II volvió a tomar la palabra para realizar los habituales saludos a los fieles. Además de en italiano, el Obispo de Roma saludó en eslovaco a un grupo de peregrinos procedentes de las ciudades eslovenas de Murska Sabota y Stranice, antes de desear a todos "un buen domingo" y retirarse a su habitación, de nuevo entre los aplausos de los presentes.
La aparición del Papa se esperaba con cierta expectación para comprobar su salud, mejorada con respecto a la semana pasada. Y es que durante los ejercicios espirituales tradicionales de la Cuaresma se suspendieron todas sus actividades públicas para facilitar su recuperación. Su primera aparición pública se produjo el domingo pasado, también durante el rezo del Angelus, con voz ronca, muy débil y apenas inteligible. Ahora, el Papa tiene por delante una agenda intensa en los días de Semana Santa y con la visita el próximo 29 de abril al presidente italiano, Carlo Azeglio Ciampi, con motivo de la festividad de Santa Caterina de Siena, patrona de Italia.
El Papa sólo tuvo que interrumpir la lectura en una ocasión para toser, aunque la retomó tras una pequeña pausa para rezar "por todo el Pueblo de Dios en el camino de la Cuaresma hacia la Pascua".
El Pontífice destacó en su mensaje la solemne celebración eucarística con la que ayer, sábado, se puso fin a una semana de ejercicios espirituales de la Curia y afirmó que "la Eucaristía es la fuente de la que toma siempre vigor renovado la comunión entre los miembros del Cuerpo místico de Cristo". Juan Pablo II dijo que "es desde esta perspectiva como adquiere plena evidencia la peculiar tarea confiada a Pedro y a sus sucesores: el ministerio petrino es esencialmente servicio a la unidad de la Iglesia".
Tras el Angelus, que fue leído desde el interior de la habitación papal por el sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo argentino Leonardo Sandri, Juan Pablo II volvió a tomar la palabra para realizar los habituales saludos a los fieles. Además de en italiano, el Obispo de Roma saludó en eslovaco a un grupo de peregrinos procedentes de las ciudades eslovenas de Murska Sabota y Stranice, antes de desear a todos "un buen domingo" y retirarse a su habitación, de nuevo entre los aplausos de los presentes.
La aparición del Papa se esperaba con cierta expectación para comprobar su salud, mejorada con respecto a la semana pasada. Y es que durante los ejercicios espirituales tradicionales de la Cuaresma se suspendieron todas sus actividades públicas para facilitar su recuperación. Su primera aparición pública se produjo el domingo pasado, también durante el rezo del Angelus, con voz ronca, muy débil y apenas inteligible. Ahora, el Papa tiene por delante una agenda intensa en los días de Semana Santa y con la visita el próximo 29 de abril al presidente italiano, Carlo Azeglio Ciampi, con motivo de la festividad de Santa Caterina de Siena, patrona de Italia.