Un día lóbrego, áspero. En ninguna mesa hay interventores del Partido Popular. El resto de los grupos están todos. No falta nadie. Incluso por el Partido Comunista de las Tierras Vascas, tres mujeres de aspecto desafiante prohíben a esta cronista tomarles una foto con su móvil para constatar que forman el grupo más numeroso e incluso que desprecian la ley, portando camisetas con el logotipo del partido, segunda marca de ETA, que se ha colado por la puerta grande (no la falsa) gracias a la actitud cómplice de José Luis Rodríguez Zapatero.
En la ciudad inmortalizada por Pablo Picasso en la obra del mismo nombre por el dolor de los bombardeos de la Guerra Civil, más de medio siglo después, a pesar de las apariencias democráticas, reina el terror. Un terror de corte mafioso, que lo inunda todo. Los muros de piedra de los edificios oficiales del Gobierno vasco están como patenas. El resto, atestado de grafitis proetarras, carteles del PCTV y toda la imaginería radical. Incluida una diana con las siglas PP.