(Libertad Digital) En el año 1987 se crea el hospital Severo Ochoa, concebido como un eje de la política sanitaria del PSOE, entonces en el poder en la Comunidad de Madrid. Para gestionarlo se traslada a un equipo de médicos procedente del hospital de Móstoles al que se conoce como “sendero luminoso” por sus ideas izquierdistas y su concepción igualitarista de la gestión del hospital.
La nueva dinámica consiste en un igualitarismo muy marcado, según el cual el médico pierde protagonismo a favor de otros profesionales, como enfermeros y celadores. También se aumenta el porcentaje del horario laboral destinado a la asistencia, en detrimento de otras funciones, como la formación continuada, o la asistencia a los congresos, que de este modo queda reducida. Otro de los rasgos impuestos es la congelación de convocatorias de plazas en propiedad, por lo que las que hay se cubren con interinidades. Esto acabará teniendo una gran importancia en el desarrollo de este proceso.
Entre los profesionales que ponen en marcha el Hospital Severo Ochoa, se encuentran el doctor Frutos del Nogal, Jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos; Fernando Jimeno, Jefe de Urología; Javier Martínez Salmean, Jefe de Ginecología y Obstetricia; Joaquín Insauti, Jefe de la Unidad del Dolor y el doctor Martínez Veiga, Jefe de Cirugía. También llega el doctor Luis Montes, como anestesista. Luis Montes se iría más tarde del Severo Ochoa al hospital de La Paz, del que regresaría en el año 2000, año en que se encargaría de la jefatura del servicio de Urgencias del hospital. De todos los puestos de jefe de servicio, el de Urgencias es el único que depende en exclusiva de la libre designación, sin condicionamientos añadidos, como la presentación de un proyecto. Los jefes de servicio se hacen llamar a sí mismos “barones” del hospital.
Acoso profesional
Nada más hacerse cargo de la jefatura del servicio de Urgencias Luis Montes, se produce un choque con el equipo de profesionales que trabaja en él. El motivo es el intento por el nuevo jefe de ampliar en lo posible el porcentaje de horas destinado a asistencia al 100%, en detrimento de otras actividades. Se encuentra con la oposición de todo el servicio, y en esos días se vive un ambiente de conflicto. En este momento, Luis Montes decide hacer reparto desigual de las cargas de trabajo. En concreto, asigna a dos médicos a una unidad de observación de preingresos, con un número limitado de camas y en donde pasan consulta a pacientes que ya han sido vistos por otro médico. Es un puesto de menor exigencia que otros y en el que no se permite la rotación. De este modo consigue que en un momento de enfrentamiento del equipo médico con el nuevo jefe se abra la división entre los “veteranos”.
Por otro lado, se comporta como un verdadero “acosador”, según las fuentes de Libertad Digital, con un carácter “autoritario” y a juicio de algunos trabajadores, en varias ocasiones arbitrario. Se multiplican las quejas de que Montes no valoraba principalmente la calidad profesional, sino la adhesión a su persona y sus ideas, o la docilidad en la aceptación de sus decisiones. Todo ello crea mal ambiente en el servicio y varios médicos de plantilla se van. Hay quien incluso abandona la medicina o pasa a ejercerla en otros países. Esta actitud se repite con los médicos contratados en exclusiva para hacer guardias, entre los que también se producen abandonos. En el proceso de renovación de plantilla, hay médicos que se suman a las ideas de Luis Montes. En la actualidad hay tres médicos afines al ex Jefe de urgencias, a los que hay que sumar un cuarto que abandonó en su momento el Severo Ochoa.