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Lula elude cualquier responsabilidad por la corrupción de su partido y gobierno y dice que se siente "traicionado"

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha eludido cualquier asunción de responsabilidad por los múltiples escándalos de corrupción que salpican a su partido, entre ellos la financiación de la campaña electoral que le llevó al poder, y al gobierno brasileño. En un mensaje la nación dijo que se siente "traicionado por prácticas inaceptables". Arropado por todos sus ministros, el jefe de Estado manifestó que está "indignado" con todos los escándalos en torno al Partido de los Trabajadores (PT) y al propio gobierno y se limitó a decir que es "consciente de la gravedad de la crisis".

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha eludido cualquier asunción de responsabilidad por los múltiples escándalos de corrupción que salpican a su partido, entre ellos la financiación de la campaña electoral que le llevó al poder, y al gobierno brasileño. En un mensaje la nación dijo que se siente "traicionado por prácticas inaceptables". Arropado por todos sus ministros, el jefe de Estado manifestó que está "indignado" con todos los escándalos en torno al Partido de los Trabajadores (PT) y al propio gobierno y se limitó a decir que es "consciente de la gravedad de la crisis".
L D (EFE) Lula, que con ese discurso transmitido en cadena de televisión y radio abrió una reunión de su gabinete, también reconoció que "el gobierno, donde se haya equivocado, deberá pedir perdón a los brasileños, y el PT también tiene que pedir perdón". Además prometió que todos los culpables de corrupción serán castigados.

"Con toda franqueza, me siento traicionado por prácticas inaceptables, de las cuales nunca supe", afirmó visiblemente abatido el presidente, sin mencionar acusaciones que le afectan directamente y hablan de graves irregularidades en la campaña que le llevó al poder. "La indignación que siento es compartida por todos los brasileños y es la indignación que todo ciudadano honesto debe sentir hoy, con las revelaciones que aparecen cada día", dijo.

Aseguró que, de haber podido, ya habría castigado a los responsables de las corruptelas en su partido, pero aclaró que como presidente tiene la misión de "velar por el Estado de Derecho". Sostuvo además que Brasil "tiene instituciones democráticas sólidas" que están en pleno funcionamiento. "El Congreso, el Poder Judicial y el gobierno están cumpliendo con su deber", aseguró.

Lula recordó que desde el mismo inicio de la crisis garantizó que "los culpables serán castigados, sean del partido que sean", y dijo que para facilitar las investigaciones destituyó a los involucrados, en una aparente alusión al ex ministro de la Presidencia José Dirceu, considerado hasta hace dos meses su "mano derecha".

Afirmó también que no basta con castigar a los corruptos, sino que también hay que llegar a los corruptores, y reiteró su intención de promover una amplia y profunda reforma política que corrija las "distorsiones" que existen actualmente. "Hay que tomar medidas drásticas para acabar con esto", manifestó en una aparente alusión a la financiación de los partidos políticos. Lula rememoró también la década de los años 80, cuando participó en la fundación del PT, y dijo que ese partido había nacido para "moralizar la política brasileña", pero apuntó que esa formación ahora deberá "pedir perdón" al país.

Antes de referirse a los asuntos de corrupción, hizo un repaso de su gestión y sostuvo que su gobierno, "a pesar de las dificultades, metió a Brasil en el camino del progreso y la justicia social". Lula citó el crecimiento de la economía con baja inflación, la creación de millones de empleos y dijo estar seguro "de que el pueblo siente la diferencia y el país cambia para mejor". "Lo que más me enorgullece por mi historia y mi compromiso con la gente humilde es el fuerte aumento de la oferta de trabajo", dijo el presidente.

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