(Libertad Digital) El juez de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo, se quedó de una pieza cuando la Guardia Civil le entregó uno de los informes sobre las investigaciones de los atentados del 11 de marzo. Entre los papeles incautados a Carmen Toro, mujer de Emilio Suárez Trashorras, y confidente de la policía, aparecía un teléfono junto al nombre de Manzano.
Del Olmo enseguida relacionó el nombre con Juan Jesús Sánchez Manzano, el comisario jefe de la Unidad de Desactivación de los Tedax, cuya sede central se encuentra en Canillas (Madrid). El magistrado preguntó al guardia civil que le entregó la documentación si alguien había comprobado el número que aparecía en la agenda de Carmen Toro. Tras la respuesta negativa del agente, Del Olmo hizo entonces lo que no se le había ocurrido a nadie antes y marcó el número de teléfono en cuestión. Su sorpresa fue mayúscula cuando la persona que le respondió se identificó como uno de los policías de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE). En concreto, se trata de uno de los agentes que está investigando el caso a las órdenes del propio Del Olmo.
Cuando el juez le preguntó al agente por qué aparecía su número de teléfono en la agenda de Carmen Toro, miembro de la llamada “Célula de Avilés”, el policía replicó que se lo había dado antes de que fuera detenida, para que se pusiera en contacto con él si recordaba algún detalle más de los hechos. Sobre el motivo de utilizar los apellidos "Sánchez Manzano", dijo que él solía usar ese alias –nada menos que los apellidos del jefe de los Tedax– en otras operaciones.
Por otro lado, en el cuerpo de los Tedax no se entendió que Juan Jesús Sánchez Manzano recibiera la medalla roja al mérito policial por la desactivación de la maleta bomba de Chamartín, cuando él no tuvo papel alguno sobre la desactivación de explosivos.
Además, vuelve a surgir la pregunta de por qué los Tedax decidieron hacer estallar la mochila que el joven policía Jacobo Barrero encontró el 11-M bajo los asientos de uno de los trenes. Como apuntaba Fernando Múgica en su primer reportaje sobre los agujeros negros, "un simple chorro de agua podría bastar para inutilizarla". Sin embargo, cuando los agentes de los Tedax quieren deshacerse de otra de las mochillas encontradas –la de la comisaría de Vallecas– "es un comisario jefe quien se lo recrimina" (según apuntó Fernando Múgica en El Mundo). Finalmente, la famosa mochila se desactivó y gracias a ella se obtienen todas las pistas que llevarán a los investigadores a las primeras detenciones.