L D (Agencias) Rafael Nadal se convirtió de inmediato en el gran centro de atención tanto en las gradas como en la cancha, donde su saque, revés y golpes cruzados fueron siempre demasiado para el estadounidense Reynolds, que nada pudo hacer por evitar la derrota, la segunda que tiene ante el español como profesional. Reynolds también se enfrentó a Nadal en la tercera ronda del Abierto de Australia de este año y perdió por 6-1, 6-1 y 6-3, informa Efe.
El campeón de Roland Garros demostró que ha llegado al Abierto en un gran momento de forma y desde el prime set no dio ninguna opción ni hizo concesiones a Reynolds, que tampoco estuvo acertado en su juego. Nadal le rompió el saque en el tercer y noveno para ganar fácil la primera manga y la historia se repitió en la segunda con el 3-1 y el 4-3 de la tercera. Las estadísticas del partido no dejaron ninguna duda de la ventaja de Nadal, que disputa su tercer Abierto, al conseguir un 70 por ciento de acierto con el primer saque y ganar el 91 por ciento de los tantos y el 70 del segundo.
El campeón de Roland Garros demostró que ha llegado al Abierto en un gran momento de forma y desde el prime set no dio ninguna opción ni hizo concesiones a Reynolds, que tampoco estuvo acertado en su juego. Nadal le rompió el saque en el tercer y noveno para ganar fácil la primera manga y la historia se repitió en la segunda con el 3-1 y el 4-3 de la tercera. Las estadísticas del partido no dejaron ninguna duda de la ventaja de Nadal, que disputa su tercer Abierto, al conseguir un 70 por ciento de acierto con el primer saque y ganar el 91 por ciento de los tantos y el 70 del segundo.
Un partido pobre y "feíllo"
Nadal reconoció que en los anteriores había llegado en el peor momento de juego y este año todo era diferente, porque estaba jugando mejor y había tenido una temporada "impresionante". Nadal reiteró que había llegado a Nueva York para divertirse, pero en el apartado deportivo, buscando mejorar su tenis y hacerlo cada día mejor en la pista rápida: "Necesito mayor adaptación porque la pelota bota diferente a lo que lo hizo en el torneo de Montreal, va más baja, no se le puede dar tanto efecto y es complicado controlarla". El tenista español, en muchos momentos del partido, escuchó desde las gradas el grito de "olé".