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La corrupción salpica al presidente de la Cámara brasileña, tercero en la línea de sucesión presidencial

El presidente de la Cámara Baja de Brasil y tercero en la línea de sucesión presidencial, el conservador Severino Cavalcanti, se convirtió en el nuevo blanco de denuncias de corrupción, y la oposición ya estudia cómo apartarlo del cargo o incluso dejarlo sin mandato.

El presidente de la Cámara Baja de Brasil y tercero en la línea de sucesión presidencial, el conservador Severino Cavalcanti, se convirtió en el nuevo blanco de denuncias de corrupción, y la oposición ya estudia cómo apartarlo del cargo o incluso dejarlo sin mandato.

L D (EFE) "La hipótesis de su destitución ha sido hablada entre dirigentes de partidos de oposición y hasta de partidos gubernamentales", admitió el presidente del opositor Partido Popular Socialista (PPS), el diputado Roberto Freire.

Cavalcanti, un político conservador del interior del país que para muchos analistas representa un Brasil arcaico, ha sido criticado antes por su defensa del clientelismo y el corporativismo, y ahora lo es debido a que surgió una denuncia concreta de corrupción  contra él. Según la edición del semanario Veja, el presidente de la Cámara ha recibido desde hace varios meses una comisión ilegal de un empresario que se adjudicó una concesión para instalar un restaurante en el Congreso.

Denuncia un intento de extorsión

En declaraciones a la revista, el empresario Sebastiao Augusto Buani afirmó que, para mantener la concesión del restaurante, tenía que pagarle mensualmente 10.000 reales (4.167 dólares) a Cavalcanti. El titular de la Cámara de Diputados, que se enteró previamente del contenido de la publicación, divulgó el viernes un comunicado en el que se declaró víctima de un intento de extorsión por parte de un empresario.

Pese a que Cavalcanti pidió que la Procuraduría investigue la denuncia, la acusación cayó como una bomba en el Congreso, que en los últimos tres meses apenas se dedica mas que a la investigación de corrupción. Actualmente varias comisiones legislativas investigan diferentes denuncias contra dirigentes del gubernamental Partido de los Trabajadores (PT), la formación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, así como otras acusaciones que salpican al Gobierno.

Lula, salpicado por los escándalos

El escándalo generó la mayor crisis política desde que Lula asumió el poder, en enero de 2003, e incluso desde el proceso político de 1992 que obligó al entonces gobernante, Fernando Collor, a renunciar al mandato envuelto en denuncias de corrupción.

Las baterías de los partidos de oposición, que antes se dirigían hacia Lula y su partido, ahora también apuntan a Cavalcanti, un diputado que asumió la presidencia de la Cámara Baja con un discurso de oposición al Gobierno pero que ha mostrado ser un importante aliado del mandatario. El miércoles defendió sanciones poco enérgicas para los parlamentarios acusados de corrupción, en su gran mayoría de partidos gubernamentales, por considerar que sus delitos no eran tan graves.

Tercero en la sucesión

La campaña para destituir al presidente de la Cámara Baja ya era defendida por algunos sectores de la oposición preocupados con la posibilidad de que Cavalcanti pudiese llegar a la Presidencia de Brasil como tercero en la sucesión. Esto se produciría si se celebra un juicio político para destituir a Lula por haber utilizado recursos ilegales en su campaña electoral, de lo que han surgido indicios en las investigaciones. El mismo proceso también inhabilitaría al actual vicepresidente, José Alencar.

Cavalcanti llegó a la presidencia de la Cámara de Diputados gracias a una maniobra política y no porque los partidos de gobierno o lo oposición le apoyasen. El diputado, representante del pequeño Partido Progresista se benefició tanto de la división del Partido de los Trabajadores, que presentó dos candidatos diferentes, como de la intención de la oposición de infligir una derrota a Lula en la votación para presidente de la Cámara Baja.

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