L D (Europa Press) En uno de los casos, ocurrido en una localidad de Guipúzcoa, los escoltas de un concejal tuvieron que desenfundar sus armas ante el riesgo que evidenciaron, ya que un reducido un grupo hizo ademán de desenfundar una supuesta arma tras proferir gritos e insultos, denunciaron las citadas fuentes, que no quisieron desvelar la localidad por temor a represalias.
Otra de las prácticas de los radicales denunciadas por los escoltas es la simulación de seguimientos a ellos y sus protegidos. Según el relato de los hechos, un grupo de jóvenes comienza a seguir de forma visible al político y a sus escoltas en los recorridos que realizan de forma rutinaria, por ejemplo, de su casa al trabajo. Este tipo de acoso se realiza de forma silenciosa, pero en otros casos los jóvenes proetarras se dirigen a gritos, con insultos, a los escoltas y los políticos constitucionalistas.
Uno de los hechos más repetidos, según los escoltas, es la colocación junto a los vehículos de las personas protegidas o en los trayectos que realizan, de mochilas que contienen únicamente ropa, pero que obligan a activar todo el dispositivo de seguridad habitual ante un objeto sospechoso de contener un explosivo. Además, según las fuentes consultadas, en esta última semana se han multiplicado las pintadas amenazantes del entorno terrorista y éstas no se han limitado a sedes de partidos o los domicilios de los amenazados, sino que han alcanzado también a las viviendas de los escoltas, que, como denuncia la Asociación Española de Escoltas (ASES), no pueden ocultar su trabajo en pueblos con pocos habitantes donde todos se conocen.
ASES considera la campaña de acoso como parte de las demostraciones de fuerza llevadas a cabo en los últimos tiempos por los radicales, fruto de los rumores sobre una posible negociación de la organización terrorista ETA y de decisiones judiciales, tales como no actuar contra el Partido Comunista de las Tierras Vascas, o considerar a Segi una organización ilegal no terrorista.