La conexión Riquelme-Forlán da al Villarreal un empate increíble ante un Atlético conformista y rácano

(Libertad Digital) El partido, marcado por el reencuentro entre el profesor Bianchi y el alumno aventajado Riquelme, comenzó muy de cara para los rojiblancos. Cuando sólo habían transcurrido cuatro minutos, Zahínos enganchó un tremendo disparo desde fuera del área, el balón pegó ligeramente en Arruabarrena y se coló como un obús en la portería del meta Sebastián Viera. Un golazo, con algo de suerte, que premió a un jugador que se ha ganado un puesto en el once de Bianchi con mucho trabajo.

 

El Atlético tocó el balón con criterio y estrechó líneas, fabricando una buena conexión entre defensa y delantera. Además, Petrov, el nuevo ídolo de la afición del Vicente Calderón, volvió a ser un cuchillo por la banda izquierda, por la que partió casi todo el peligro local. Para el Villarreal todo eran desgracias. Al tempranero gol de Zahínos se unió la expulsión por roja directa de Gonzalo, al cuarto de hora de juego, por una dura entrada a Torres y la lesión de Viera (m.30), que obligó a Pellegrini a cambiarlo por el argentino Mariano Barbosa. Con un gol en contra, un jugador menos y dos cambios hechos afrontó el Villarreal lo que quedaba de encuentro con una misión casi imposible por delante.

El equipo rojiblanco lo estaba bordando. Ató a Riquelme con una presión zonal muy efectiva y dejó a los de Pellegrini en manos de Forlán. El uruguayo fue el único que inquietó a Leo Franco y el que le dio el premio final a su equipo. Lo intentó Pellegrini en la segunda mitad incorporando a Marcos Senna como eje del equipo y adelantando a Román. Y logró que variase la decoración del encuentro, porque al Atlético le faltó temple para sentenciar y a la postre pagaría muy caro su conformismo. Parecía que no era el partido del Villarreal. Sólo Forlán seguía siendo la amenaza para los de Bianchi. El charrúa estuvo muy incisivo y no se lo pensó dos veces para tirar a puerta siempre que pudo, pero marró la ocasión más clara de su equipo (m.76), al disparar muy cruzado solo delante de Leo Franco, tras una buena asistencia de Riquelme.

Pero el paso de los minutos y la ansiedad rojiblanca metió al Villarreal en el partido. Fue un segundo periplo sin tregua, con un ritmo alocado por parte del Atlético y un Villarreal en manos de su tremenda calidad técnica para intentar igualar. No se descompuso el equipo amarillo y mantuvo una amenaza constante para los locales. Tanto fue así que terminaron encerrando al Atlético en su parcela y llevando los nervios a una grada ya muy inquieta. Forlán, el mejor de su equipo, culminó una auténtica heroicidad. En el último suspiro llevó, de cabeza, el empate al marcador y la desolación a las gradas. El duelo entre Bianchi y Riquelme terminó en tablas gracias al uruguayo y a la falta de experiencia de los locales, que no supieron manejar un marcador con todo a favor en la segunda mitad.