El tomar conciencia de lo extendida que está esa norma culta en los diferentes países facilitó desde un principio la redacción del Diccionario, cuya conveniencia fue sugerida por "las Academias americanas, y en concreto por la de Chile". García de la Concha reconoce que, a la primera reunión, los académicos fueron "con un cierto temor" porque no estaba claro poder sacar adelante un diccionario de dudas como el que se presentó este miércoles en la sede de la Real Academia Española.
Pero, sobre todo, lo que ha posibilitado, dijo García de la Concha, el consenso entre las Academias ha sido "la voluntad de servir a la unidad del idioma, de potenciarla, tratando de llegar a acuerdos sobre cuestiones en las que la norma está fluctuante", como sucede con los neologismos y los extranjerismos.
Durante seis años, los académicos han mantenido "discusiones largas", por ejemplo, a la hora de "adoptar criterios y normas frente a los extranjerismos", muchos de los cuales se califican de "innecesarios" en el Diccionario. "Eso no quiere decir -añade García de la Concha- que desterremos los extranjerismos", pero lo que se deja claro es que cuando hay voces equivalentes en español, no hace falta usar determinados extranjerismos.
"Una perspectiva del español total"
Para el académico, el DPD es una obra "conservadora e innovadora" al mismo tiempo. Por un lado, "hay una clara voluntad de avance, sobre todo en salir al encuentro de lo que llaman algunos lingüistas la norma en realización". Ante esa norma "oscilante", el Diccionario "toma posición". Pero, también, dice, "es evidentemente conservador con la norma establecida".
El Diccionario no se limita a decir si algo es correcto o no. "No es un prontuario para responder brevemente, bendecir o condenar", sino que "explica por qué surge la duda y razona por qué la norma es esa y no otra". Abrir esta obra por cualquier página "es un gozo", asegura el director de la RAE. Ofrece "una perspectiva del español total" y recoge también las particularidades de cada país.