LD (EFE) Según una organización Human Rigths Watch (HRW), la campaña "Anfal" se cobró la vida de 180.000 personas entre 1987 y 1988 en el Kurdistán iraquí. El documento señala como responsable al primo de Sadam Husein, Ali Hassan Al-Majid, más conocido como "Alí, el químico". En ese entonces fungía como secretario general del distrito norte del partido Baas.
El objetivo final de Sadam era la arabización del norte del país, cuya población, entre el quince y el veinte por ciento de Irak y que siempre ha batallado por la autonomía, forma parte de los treinta millones de kurdos de Turquía, Irán o Siria, entre otros países, que componen el mayor pueblo sin Estado del mundo. "Alí el químico" recurrió a deportaciones, desplazamientos forzosos, campos de concentración y ejecuciones masivas, además del uso de armas químicas y a la destrucción de más de cuatro mil pueblos del montañoso Kurdistán, que quedó arrasado en cerca de un ochenta por ciento.
La campaña "Anfal", de la que se conocen muchos detalles gracias a la numerosa documentación obtenida por las milicias kurdas tras la primera Guerra del Golfo, fue similar al genocidio nazi en cuanto a los métodos usados por los regímenes en el poder, asegura HRC en el extenso informe que publicó en 1993. Muchos kurdos de entre catorce y cincuenta años, todos ellos considerados capaces de empuñar un arma, fueron secuestrados, torturados, desplazados y algunos de ellos ejecutados y enterrados en fosas comunes. Sus familias no recuperaron nunca sus cuerpos y cuando cayó el régimen de Sadam, eran muchos los kurdos que esperaban que sus familiares desaparecidos a finales de los años ochenta salieran de las cárceles, pero no estaban allí.
Entre los numerosos documentos incautados a los servicios de inteligencia iraquíes y divulgados por HRW figuran varias grabaciones en las que Hassan Al-Majid comenta los avances de la macabra campaña y habla abiertamente de "gasear" sistemáticamente a los kurdos. En una orden del 20 de junio de 1987, "Alí el químico", con poder sobre todos los organismos oficiales en la región kurda, incluido el Ejército, la Dirección General de Seguridad y el Servicio de Inteligencia Militar, instó a los comandantes a que "llevaran a cabo bombardeos especiales -en referencia al empleo de armas químicas- para matar al máximo de personas presentes en las zonas prohibidas".
Unas cuarenta poblaciones fueron atacadas con gas mostaza y agentes nerviosos como "sarín", "tabun" y "VX", aunque el ataque que comenzó el 16 de marzo de 1988 en Halabja, donde murieron unas cinco mil personas, en su mayoría ancianos, mujeres y niños, se ha convertido en el mayor símbolo del genocidio.