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DOCUMENTO: El terror líquido a bordo

Cualquier producto químico de uso doméstico y en forma líquida, por insignificante que parezca, presenta el riesgo de ser usado de forma mortal en aviones de pasajeros. Hasta ahora ha sido escaso el avance tecnológico para montar una defensa efectiva contra ese tipo de ataques. La advertencia sobre ese peligro fue emitida después de que se frustrara un plan terrorista en el Reino Unido para atentar contra aviones de pasajeros.

LD (EFE) Criminólogos y expertos en terrorismo han explicado que "durante años" han advertido sobre el peligro que para la aviación comercial constituye la mezcla de sustancias químicas de uso doméstico con los que se pueden fabricar explosivos. Según declaró al periódico estadounidense The Washington Post el experto Steven Lancaster, ocultar esos líquidos es muy simple.
 
El vicepresidente de Guardian Technologies, una empresa fabricante de equipos de seguridad, explicó que "sacar los líquidos originales de sus envases (y reemplazarlos por los explosivos) es bastante fácil". Una vez a bordo, combinarlos sería tan fácil "como mezclar ginebra y agua tónica", indicó Paul Worsey, experto en explosivos y profesor de ingeniería de la Universidad de Misuri al diario The New York Times.
 
La mayoría de esos líquidos requeriría un detonador, pero cualquier aparato electrónico manual, como una radio o un teléfono móvil, tiene suficiente energía como para cumplir esa función, según los expertos. Según James Jay Carafano, experto en seguridad interna de la "Heritage Foundation", una institución conservadora, las autoridades están conscientes de la gravedad de la amenaza de los explosivos líquidos. Sin embargo, hasta ahora no han logrado crear los equipos que los puedan detectar, manifestó al diario The New York Times. Señaló que "no se trata del caso de un ciervo deslumbrado por las luces de un automóvil para decir... esto no lo esperábamos'. En realidad, esta era una amenaza esperada".
 
Fácil con nitroglicerina
 
Para Bob Ayers, experto de "Chatham House" (Instituto de Relaciones Internacionales), de Londres, lo más probable es que los presuntos terroristas hubiesen recurrido a la nitroglicerina, que puede mezclarse con facilidad y es además extremadamente volátil. Bastaría una simple explosión para producir un boquete en el fuselaje del avión con la consiguiente pérdida de presión de la cabina. La nitroglicerina puede fabricarse fácilmente a base de substancias como la glicerina, el ácido sulfúrico o el ácido hidroclórico, que pueden conseguirse en cualquier botica e introducirse luego a bordo en un simple frasco de champú.
 
El profesor Hans Michels, del departamento de ingeniería química del "Imperial College" londinense, explicó en el diario "Daily Express" que "la nitroglicerina, por ejemplo, es fácil de conseguir sin llamar la atención (de la Policía). Puede ser incolora, de un amarillo pálido o de color castaño, pero se puede añadir algún tinte para darle un aspecto de refresco o de un alimento para bebé. Una vez en el avión, bastaría una simple chispa para hacerlo explotar. El terrorista trataría de aproximarse lo más posible al fuselaje para causar allí una gran explosión capaz de agujerearlo y hacer caer el aparato".
 
Uno por ciento de presión atmosférica
 
Por el contrario, Sidney Alford, presidente de la compañía de explosivos "Alford Technologies", explica en el mismo periódico que haría falta un detonador para inflamar la nitroglicerina. Habría que mezclar la nitroglicerina con otro compuesto, el nitroglicol, y la mezcla resultante sería bastante estable a menos que se sacudiese el recipiente con fuerza. Para ese experto, otra substancia sería el nitrometano, utilizado en el aeromodelismo, y que se empleó en 1995 en un atentado terrorista contra un edificio gubernamental en Oklahoma City (EEUU), en el que murieron 168 personas.
 
Según explica, por su parte, Clifford Jones, de la Universidad de Aberdeen, en The Independent, bastaría que una explosión a bordo de un avión aumentase la presión atmosférica de la cabina en un uno por ciento para romper probablemente las ventanillas y si el aumento de presión alcanzase un diez por ciento, se produciría un fuerte daño estructural en el aparato.
 
Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, las autoridades estadounidenses han intensificado las medidas de seguridad en todos los aeropuertos del país. Para ello contrataron a centenares de agentes de seguridad e instalaron máquinas de rayos X y detectores de metales, y obligaron a los pasajeros a despojarse de cualquier instrumento que pudiera ser empleado como un arma. Pero, esos equipos y las medidas especiales están orientados principalmente a detectar armas metálicas, pero no pueden distinguir entre una bebida isotónica de una sustancia explosiva.

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