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EL "BANQUERO DE LOS POBRES"

La opinión de nuestros autores sobre Muhammad Yunus y Grameen Bank

Grameen, el banco de los parias, por José García Domínguez

Es el principal banquero de su país, Bangladesh. Nunca ha realizado una obra de caridad. No cree que la acción del Estado vaya a ser capaz de resolver el problema de la pobreza extrema que acucia a la mayor parte de los 120 millones de sus compatriotas. La palabra solidaridad no forma parte de su vocabulario.

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Microcréditos, regulaciones y desarrollo, por José Carlos Rodríguez

Desde que lo planteara Adam Smith en el mismo título de su obra más influyente, la riqueza de las naciones ha sido constante preocupación de economistas y reformistas de toda laya. Ese interés se reavivó con el final de la II Guerra Mundial, quizá por el surgimiento de una verdadera conciencia social. Quizá porque, pásmense, al capitalismo se le acusaba de crear miseria en los países en los que no se había implantado.

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Acabar con la pobreza a golpes de 25 dólares, por Gorka Echevarría

Durante décadas se ha creído que el problema de la pobreza era el resultado del expolio sufrido por los países en vías de desarrollo a manos de los colonialistas. Esta idea es uno de los mitos que jalonan el pensamiento occidental, y una buena prueba de que nuestra autocrítica va demasiado lejos; porque ¿cómo es posible que, después de tanto tiempo, muchas ex colonias sigan mostrándose incompetentes para gestionar sus asuntos y progresar como naciones libres?

Leer el resto de la reseña del libro de Yunus "El banquero de los pobres"

Microcrédito, por Pedro Schwartz

Los salones de la Fundación Rafael del Pino estaban llenos de un público de voluntarios de ONGs, profesores de Universidad, banqueros y empresarios, para oír a Muhammad Yunus, el inventor del sistema de microcréditos para los más pobres de los pobres. El profesor Yunus consiguió entusiasmar a su auditorio con el éxito del Banco Grameen, que fundó en 1976 en Bangladesh sobre la base de un principio entonces revolucionario: que es posible prestar sin garantía ni aval a quienes no tienen donde caerse muertos, porque en su inmensa mayoría devolverán puntualmente principal e intereses, por pundonor y decencia, pese a no haber firmado contrato alguno ni temer que los arrastren ante los tribunales.

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