L D (EFE) La española, que fue plata en el dúo técnico, ha sumado muchos esfuerzos desde que llegó a Melbourne, pero también muchas alegrías. Su ejercicio de hoy estuvo muy bien ejecutado, a tenor de las puntuaciones, pero el nivel de la final era seguramente el mejor de la historia de la sincronizada.
Una coreografía enérgica y mucho sentimiento es lo que ofreció Mengual para firmar una actuación basada en un poema de Federico García Lorca. Una nana musicada por la portuguesa Dulce Pontes, "nana, niño, nana/del caballo grande que no quiso el agua...", que defendió con emoción. En otras circunstancias, la sirena española seguramente hubiera optado incluso a la medalla de plata, pero el podio en la competición de este jueves estaba reservada para superestrellas.
La plata fue a parar a Natalia Ischenko, que combinó una gran técnica, con una gran intervención artística. El oro fue para Dedieu, que de esta manera conquistó su tercer título Mundial en esta disciplina. La francesa decidió retirarse tras el pasado Mundial de Montreal. Dijo que no le motivaba continuar compitiendo, a pesar de que era una coleccionista de medallas, pero ante la sorpresa general en noviembre pasado, Dedieu anunció su vuelta.
Su estado de forma era una incógnita, aunque en este deporte el sentimiento es algo inherente y la técnica, con mucha práctica, no se pierde. Dedieu pidió entrenarse con las españolas en el CAR de Sant Cugat, pero finalmente no fue posible. Este jueves volvió a erigirse seguramente en la mejor nadadora de sincro de toda la historia. 99,500 sobre cien, una puntuación imposible, para un ejercicio prácticamente perfecto.
Emocionada, levantó los brazos en señal de agradecimiento por el título conquistado y, rompiendo el protocolo, se fundió en un abrazo con su pareja en las gradas. Era otra vez su última rutina, se ha prometido a sí misma dejar de nuevo la sincronizada y, con el título de arquitectura en el despacho de su casa, emprender una nueva aventura profesional.