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Carlos Semprún Maura

El virus que no cesa

Esto de la construcción europea y concretamente su política de Defensa, se está convirtiendo en una verbena de la Paloma que desatina. La prensa gala comenta eufórica la reunión que hubiera creado las bases de una defensa europea autónoma (leáse anti-USA), en la que participaron cuatro países sin ejército. Es como si se me nombraran “millonario del año”. Francia, Alemania y, sobre todo, Bélgica y Luxemburgo enviaron a sus jefes de estado y gobierno a jugar al tute a Bruselas, capital virtual de la inexistencia de Europa. El único que tiene un puñado de paracaidistas, extranjeros, es Francia, pero están en África, para defender sus intereses postcoloniales. (Maticemos: tienen la bomba atómica pero es un armamento demasiado pesado para el tipo de guerras actuales). Ausentes y más o menos opuestos a esta iniciativa: Austria, Grecia, Italia, España, Portugal, Reino Unido, Países Bajos, Dinamarca, Suecia y seguro que me olvido de alguno, y con la ampliación a los diez países de la Europa ex comunista, esta confortable mayoría de países reacios al delirio nacionalista francés no sólo será aplastante, sino mucho más virulenta. Y sin embargo, Chirac y sus mayorías se empeñan, convencidos de que tienen razón y que el mundo entero está de acuerdo con ellos. Salvo los halcones de Washington.

Pese a los acuerdos de Le Monde con El País, el vespertino francés no se atrevió a publicar el excelente articulo de Adam Michnik, y en cambio lanzó al que fue delantero centro, convertido en hincha, con barriga hasta en el cerebro, Daniel Cohn-Bendit, a una discusión con el periodista polaco. Dany soltó una serie de bobadas, sobre si en 1991 la guerra era justa, pero ahora no, que Sadam era malo, pero Bush peor, que de todas formas había que crear una potencia europea, también militar (en el futuro ¿todas las guerras europeas serán justas? Si observamos el pasado, caben serias dudas), y que la más grave de las amenazas para la Humanidad son las catástrofes climáticas que se avecinan. ¿Seguirá creyéndose ese bulo, o es pura demagogia “verde que te quiero verde”? Adam Michnik, desde luego, reafirmó los puntos de vista de su artículo, insistiendo en la necesidad de la guerra contra la tiranía iraquí, el peligro del terrorismo islámico, pero en esta charla, algo deshilvanada, no se mostró tan contundente y convincente como en el artículo que comentamos días atrás.

Se acaba de publicar en Francia la última novela de Mario Vargas Llosa (no me convence la traducción del título, Le paradis un peu plus loin; más bonito y fiel al original hubiera sido Le paradis au coin de la rue). En una de sus innumerables entrevistas, el periodista da por supuesto que Mario está entusiasmado con Chirac, a lo que este le responde: “¡No! ¡Ni hablar! Yo estuve contra la guerra (?), pero considerar a Sadam como un mal menor y lanzar una guerra contra los USA, no solamente es absurdo, sino que va a tener consecuencias catastróficas”. Comentario del entrevistador: Mario es un gran novelista, pero como comentarista político, es nulo. Porque está contra Chirac, se entiende.


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