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Germán Yanke

Respeto y mesura

Respeto y mesura. El Consejo del Poder Judicial pide a los nacionalistas vascos, sin citarlos expresamente, respeto y mesura. Está muy bien, al estilo de aquel diputado socialdemócrata alemán que, para enfrentarse con los nazis, escribió un tratado sobre Platón para debatir “con la versión más inteligente” de la ideología de sus enemigos. Respeto y mesura. Es como pedir que pague la pensión al delincuente que pega a su ex mujer. Está muy bien, cómo no.

Pero el problema principal del nacionalismo vasco actual (amalgamado todo él entre ETA, Batasuna, EA y el PNV, disputándose en familia quién manda, quién conduce la barbarie) no es la falta de respeto y de mesura, sino su enfrentamiento con el Estado de Derecho, con la Ley y las libertades ciudadanas. Conviene tenerlo en cuenta porque las declaraciones que al parecer ha tenido el Consejo sobre la mesa no son sólo insultos al Tribunal Supremo o al Constitucional, sino el enfrentamiento de una ideología totalitaria contra las instituciones de la democracia occidental.

Quedan todavía restos de la acomplejada observación de las barbaridades nacionalistas. Hay quienes todavía creen que el nacionalismo vasco tiene un problema “de encaje en España” y, dejando de lado los principios y los derechos individuales, tratan de darle la vuelta a la nación, o de destrozarla, para que encajen de una vez. Pero la falta de adecuación del nacionalismo vasco es con las instituciones democráticas, con la modernidad, con el Estado de Derecho. No hubo ese problema cuando, aprobada la Constitución de Cádiz, los representantes forales vascos mostraron su entusiasmo porque el texto liberal y moderno aprobado cumplía sus aspiraciones, ciudadanas y forales. Fue el nacionalismo el que se formalizó después en base al etnicismo y comprobó que no encajaba en el marco democrático de las naciones europeas.

Está bien, por tanto, que el Consejo, en su papel (aunque sin citar a los responsables), pida respeto y mesura. Pero los ciudadanos, y los responsables políticos, deben saber que el PNV y el Gobierno vasco no tienen, ahora, en este momento, ante esta decisión concreta, un problema con los tribunales que despachan con estilo chabacano, sino uno más grave con la democracia. El que se manifiesta una y otra vez, el que les pone del lado de los verdugos y no de las víctimas, el que les enfrenta al concepto de ciudadanía (española o francesa) y al sistema de libertades. Todos les llaman a la mesura cuando hay que llamarles al orden de la ley y exigir su cumplimiento.

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