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Juan Manuel Rodríguez

Del Bosque ya no es Charles Ingalls

Tres han sido las frases que Florentino Pérez ha repetido con insistencia desde que llegó a la presidencia del Real Madrid. La que ha gozado de mayor éxito publicitario ha sido quizás la de "Zidanes y Pavones", y que resume su ¿filosofía? consistente en diseñar la plantilla a base de "cracks" mundiales y futbolistas surgidos de la cantera. Luego, a Florentino le hemos escuchado decir eso de "pregúntenle a Valdano", como si fuera cierto que Valdano tuviera algo que decir más allá del "sí bwana" cuando su jefe le comunicaba que había contratado a Zidane y Ronaldo. Y por último F.P. siempre ha querido dejar claro que lo suyo era un "proyecto", en claro detrimento de lo anterior que no fue "ni chicha ni limoná" y que condujo al club hasta la más total anarquía.

Pues bien, tras la derrota en Delle Alpi los Zidanes y los Pavones se han esfumado, así como Jorge Valdano y, por extensión, el proyecto en cuestión que, como casi todos en el fútbol, depende exclusivamente de que la pelotita cruce los tres palitos. Y lo más curioso es que ha sido la ambigüedad presidencial (sus propios balbuceos y tartamudeos) los que han puesto en cuestión un proyecto que parecía dirigir con mano firme, cuando lo único seguro era en realidad el poderosísimo viento a favor del que gozaba hasta la fecha este "Pitina II" deportivo.

Pero Florentino ya tiene quien le ha dicho "no bwana" dentro del club. Y curiosamente no ha sido el argentino "pseudo intelectual" y presuntamente rebelde sino el hombre callado y de "perfil bajo", carente de cualquier potencial crítico hacia el poder establecido. La peregrinación radiofónica de Vicente del Bosque ha sido sencillamente espectacular, poniéndole el punto sobre su "i" a Florentino; eso sí, un punto de aquellas viejas máquinas de escribir Hispano Olivetti que cuando golpeabas con fuerza su teclado corrías el peligro de perforar incluso la hojita de papel. Vicente la ha taladrado hablando de "validos" y "entrenadores de dos estrellas". El salmantino ya no es Charles Ingalls, ni el estadio Santiago Bernabéu es la casa de la pradera con Caroline, Mary, Laura y Carrie correteando con sus tartas caseras por aquellos frondosos bosquecillos. Del Bosque ha crecido como entrenador y exige un trato de igualdad con respecto a otros que se pasan el día tocándole la lira al presidente. Por eso mandó a De Felipe por delante. Por eso y porque hace mucho tiempo que se olió la tostada.


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