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Ignacio Villa

Los últimos coletazos

Entramos ya en la recta final de la campaña electoral y lo hacemos con la intensidad de unas elecciones sobre las que el Partido Popular y el Partido Socialista han creado una gran expectativa. Recta final de una campaña en la que previsiblemente se van a ordenar ideas, se van a reparar estrategias y se van a configurar nuevos mensajes. Estamos ya en el ultimo tramo, antes del 25 de mayo, y por lo tanto desde ahora unos y otros van a dejarse cuerpo y alma en los mítines que faltan hasta el próximo domingo.

En el Partido Popular se respira satisfacción por la alta implicación con que Aznar está actuando en la campaña. El presidente del Gobierno se lo ha tomado muy en serio y esa actitud provoca una gran confianza entre los militantes y simpatizantes populares. El discurso de Aznar ha estado desde el primer momento bien engarzado y bien expuesto. Ha sido coherente y sobre todo ha sido defendido con una gran fuerza y seguridad. Ahora con el paso del ecuador comienzan a percibirse algunos cambios de estrategia. Por ejemplo, el presidente Aznar ha comenzado a ignorar a Gaspar Llamazares y está centrando las criticas en Rodríguez Zapatero. Ha personalizado al máximo su gestión al frente del Gobierno. En sus intervenciones enfrenta dialécticamente dos modelos, el modelo Aznar de gestión y eficacia frente al modelo Zapatero de inoperancia y ausencia de propuestas. Además, el presidente ha comenzado a insistir en seguridad ciudadana y en la necesidad de que el Partido Popular consiga en Ayuntamientos y Comunidades unas mayorías amplias y solventes para gobernar. Junto a ello el Jefe del Ejecutivo seguirá perseverando en la lucha contra el terrorismo, en los éxitos económicos del Gobierno y en la necesaria articulación de España.

Por su parte en el Partido Socialista intentan, por el momento sin éxito, marcar la iniciativa que nunca han conseguido en lo que va de campaña. Zapatero ha ido en todo momento por detrás de las propuestas de Aznar y de eso son conscientes en el cuartel general del PSOE. Desde ahora veremos, con casi toda seguridad, a un secretario general buscando cuestiones en las que pueda moverse con más solvencia, como la seguridad ciudadana o los precios de la vivienda. De todas formas, a los socialistas no se les escapa un cierto desfondamiento en contenidos. Zapatero ha sido inconstante en los mensajes, poco acertado en algunos planteamientos, cobarde e inconexo a la hora de hablar de lucha contra el terrorismo y acercamiento al nacionalismo, ha abusado de frases hechas y de titulares simplones y nunca ha hablado de economía. Los estrategas socialistas quieren cambiar, van a intentar cambiar, pero han perdido mucho tiempo en cuestiones superficiales y equivocadas para quien busca una victoria electoral. El PSOE no tiene programa alternativo y eso, guste o no guste, termina pasando factura. Zapatero deberá buscar debajo de las piedras la credibilidad que por el momento no ha sabido transmitir. Le cuesta ir contra corriente y se ha venido abajo antes de tiempo. La semana que queda será definitiva. Puede recuperar algo de terreno, pero siempre con el paso cambiado, o lo que es peor, podría hundirse del todo con las repercusiones que eso puede tener.

En fin, última semana de campaña electoral. Último empujon y últimos retoques. Algo se puede cambiar, pero desde luego el trabajo importante ya está hecho. Ahora sólo valen algunos maquillajes. Aznar, por el momento, en este “sprint” final saca unas cuantas vueltas a Zapatero.

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