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Carlos Semprún Maura

Lindísimas amapolas

Se confirma lo entretenido que es vivir en este barrio, en donde cada dos por tres hay una manifestación de funcionarios, sobre todo de la Educación Nacional. La mañana de este lunes 19, nueva jornada de protesta. Bajo una lluvia gris, el arranque de la manifestación, Glorieta Denfert-Rochereau, me pareció más magro que el final del 13 de Mayo. Pero todo esto da al barrio un aspecto teatral, algo fúnebre, pero diferente, pese al muy relativo entusiasmo de los manifestantes, que prefieren estar en la calle, en vez de en sus aburridas oficinas.

No sé si ha sido la firma de dos sindicatos, la CFDT y la CGC, de un acuerdo con el Gobierno sobre la reforma de las pensiones o si sencillamente hay gente que se harta de manifestarse, el hecho es que si la radio anunciaba esta mañana huelga de Correos, yo recibí cartas, aunque ninguna de amor. También funcionaban los transportes urbanos en Paris, en Marsella, en cambio, no. La impresión que saco es que las huelgas y manifestaciones van perdiendo, poco a poco, su ímpetu inicial.

Lo realmente dramático es la Educación Nacional, en huelga permanente desde hace semanas en muchos colegios y escuelas, iniciándose un amplio movimiento de boicot de los exámenes y concretamente del bachillerato, como si de ceremonias inútiles y reaccionarias se tratara, y creando una situación insostenible. Este desastre, al añadirse al desastre general de la enseñanza en Francia, que viene de lejos, empieza solamente ahora a inquietar a ciertas asociaciones de padres de alumnos, y a ciertos profesores y maestros. La reforma que el ministro, Luc Ferry, ha iniciado, y que en muchos aspectos es de sentido común, se ve rechazada en bloque, como las anteriores reformas abortadas, por los sindicatos reaccionarios de enseñanza, llegando al extremo de que en manifestaciones contra el ministro, los profesores le lanzaron a la cresta su libro, A quienes aman la escuela, como adoquines o cócteles Molotov.

Un tal desprecio por los libros por parte de quienes tienen la obligación de transmitir el conocimiento es escandalosa. Pues precisamente esa transformación del libro en adoquín, François Hollande la ha elegido como modelo socialista positivo, de la “heroica lucha” de los sindicatos de enseñanza contra el Gobierno: “Luc Ferry, declaró, es el primer ministro de Educación que ha logrado transformar su libro en boomerang”. Le recordaré a Don Nadie, que muchos profesores e intelectuales (tal vez algún ministro) recibieron ellos y sus libros el mismo trato, por parte de los nazis y los comunistas.

Este 73º Congreso del PS que acaba de celebrarse, ha demostrado su vacío abismal. Un eslogan publicitario rezaba hace años que “si Francia no tenía petróleo, tenía ideas”. Lo mismo, pero al revés, puede decirse del PS: no tiene ideas, pero tiene dinamita verbal. Prueba de ello, es que han encargado a una comisión, presidida por Strauss-Kahn (en libertad bajo fianza), la tarea de buscar ideas. En el contexto actual, yo les aconsejo buscarlas del lado de Mussolini y de José Antonio. El derroche de demagogia populista fue impresionante, pero Vincente Peillon, uno de los líderes de la izquierda derrotado, dijo algo, que nadie ha subrayado, pero que lo dice todo: “¿Para qué elecciones, si es el mercado quien decide?” Conclusión: para destruir el mercado, hay que suprimir las elecciones. Y ¡viva la democracia cuartelaria! Pues eso ya lo hizo Lenin, señorito.

La miseria de este Congreso peronista del PS es tan estruendosa, que fue Bernard Thibault, el comunista secretario general de la CGT, el héroe de la fiesta. “El PS está de vuelta”, proclaman los congresistas. Apaga y vámonos. Y es una lástima, porque la democracia parlamentaria, tiene dos patas, mayoría y oposición, y un bastón: la alternancia.


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