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EDITORIAL

Cultura contra el PP

Desde que triunfara la revolución bolchevique, la propaganda comunista siempre ha procurado identificar el progreso y la excelencia en el arte y la cultura como patrimonio exclusivo de la izquierda; adjudicando al mismo tiempo el atraso, la ramplonería y el filisteísmo como sellos distintivos de todo aquel que no comulgara con las ruedas de molino comunistas. La doble necesidad de Lenin y Stalin de ocultar al mundo los horrores del bolchevismo con una gruesa capa de barniz poético y de reclutar “misioneros” para que extendieran la “verdadera fe” por todo el mundo, impulsó a los líderes soviéticos a crear la maquinaria de intoxicación que Willi Munzenberg y Otto Katz pusieron en funcionamiento en los años 20 y 30 del siglo pasado, y que continuó produciendo patrañas destinadas al consumo masivo occidental hasta la caída del muro de Berlín.

Su éxito ha sido tan clamoroso que, aun después del hundimiento del socialismo real en Europa y del descubrimiento de su legado de represión y miseria, que todavía se perpetúa en Cuba y Corea del Norte, las mentiras e intoxicaciones inventadas por los propagandistas soviéticos siguen calando hondo entre quienes se proclaman de izquierdas y –lo que es peor– entre no pocos representantes de la derecha. Aunque, a decir verdad, la mayoría de los artistas “comprometidos”, siempre, y hoy más que nunca, lo han estado más con la subvención y el patrocinio oficial que con la causa del socialismo.

Desde una autoproclamada superioridad ética sobre la derecha, y sobre el pedestal de un anacrónico y antidemocrático sectarismo, los actores, actrices, cantantes y directores de cine de izquierda ejercen sistemáticamente una suerte de chantaje ético-intelectual que sólo pueden tomarse en serio aquellos que aún se crean la gran mentira soviética de que socialismo, inteligencia y cultura son sinónimos. Y, al mismo tiempo, aprovechan las ventajas del capitalismo y los complejos de algunos representantes de la derecha para engordar sus cuentas corrientes. Es el caso de Ana Belén –musa publicitaria de lujo de Alberto Ruiz Gallardón–, quien en compañía de Víctor Manuel, Joaquín Sabina, Miguel Bosé, Miguel Ríos, Fernando Trueba, Juan Echanove, Pilar Bardem y otras destacadas figuras del mundo de la cultura –la gente de Cultura contra la Guerra, que con tanto ahínco quiso evitar la caída de Sadam si con ello lograban la caída de Aznar, y que tan buena opinión tiene de la “experiencia democrática” de Chávez en Venezuela– protagonizaron el jueves un acto anti PP en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

La Villa y Corte, según actores, actrices, escritores, cantantes y directores de cine “comprometidos”, es una ciudad “aburrida, caótica, cutre, mediocre, neurótica y hostil”; por lo que, sensu contrario, habría que concluir que ellos, de la mano de un PSOE-IU de nuevo en el control de las arcas municipales y autonómicas, la convertirán en una urbe “divertida, ordenada, glamourosa, excelente, apacible y acogedora”. Es decir, la de la famosa “movida madrileña”, la de los conciertos y festivales callejeros promovidos por Tierno Galván y Barranco con cargo a las arcas municipales y a beneficio de la larga nómina de actores y cantantes “comprometidos”. Y también la del “crecimiento cero”, la de la falta de infraestructuras viarias, la del caos circulatorio, la de la suciedad en las calles y la del botellón en las plazas públicas.

Tan intensa es el ansia de la progresía del escenario por recuperar la “edad de oro” de los ochenta, que no permiten que nadie, ni siquiera los de su propia cuerda, ponga en peligro las posibilidades de victoria de la izquierda en Madrid. Como es bien sabido, las elecciones a la Comunidad y al Consistorio madrileños serán bastante reñidas, y quizá decidan unos pocos miles de votos. Por ello, José María Mendiluce, diputado europeo por el PSOE y candidato a la alcaldía de Madrid por el Partido Verde, presente en el acto en el Círculo de Bellas Artes, fue invitado, con los modales propios de la más rancia tradición sectaria y antidemocrática de la izquierda, a retirar su candidatura para “no perjudicar” las expectativas de victoria de PSOE-IU. Pues, según Ana Belén, “ya es hora de que se ponga fin a 14 años de gobierno del PP en Madrid”. El mismo, por cierto, que pagó generosamente su colaboración en el spot publicitario de la comunidad autónoma que todavía preside Ruiz Gallardón. La no discriminación por motivos económicos siempre ha sido una de las divisas éticas de la izquierda: se admiten contratos y subvenciones vengan de donde vengan... aunque procedan del PP.


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