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Ignacio Villa

"Super Aznar 2003"

La campaña electoral ha terminado. Una de las campañas más duras de la democracia española. Dura en intensidad, dura en mensajes, dura en reproches y dura especialmente por un “cara a cara” entre Aznar y Zapatero que se ha venido repitiendo mitin tras mitin, durante más de quince días. Esta campaña electoral de municipales y autonómicas se ha convertido en una campaña de
unas elecciones de carácter “general” y de contenidos “nacionales”. Esta campaña termina, a la espera de los resultados del domingo, con la impresión general de que Zapatero se ha vuelto a desinflar con el paso de los días mientras que Aznar, con un altísimo nivel de implicación, ha conseguido amortiguar el daño electoral por la guerra de Irak, como indicaban las encuestas. Con la campaña recién concluida nos quedamos con la imagen de un Aznar en forma política con proyecto y con programa, frente a un Zapatero
cambiante y sin programa.

Esta campaña electoral, en todo caso, tiene un nombre propio, es el de José María Aznar. Con treinta actos públicos en poco más de dos semanas, recorriendo España de norte a sur, con un discurso elaborado y coherente, con una fuerza política que ha ido en aumento y con la autoridad que le da la gestión económica de siete años de Gobierno, el presidente Aznar ha completado una campaña electoral muy densa. El domingo sabremos cuál ha sido la eficacia de este esfuerzo, y cuál ha sido la cosecha de esta batalla; pero desde luego si el PP salva dignamente las elecciones, el presidente del Gobierno tendrá ya colocada la alfombra roja para su despedida en marzo de 2004. Lo que está claro es que el presidente Aznar ha quemado todos los cartuchos a su alcance. Hasta el final, hasta el mitin de cierre de Madrid, Aznar se ha empleado a fondo. Incluso como último recurso, como último reclamo, ha pedido el voto moderado y estable para respaldar su gestión de siete años al frente del Gobierno. Aznar ha pedido a los suyos que para que pueda cerrar correctamente su ciclo político debe ganar en las elecciones del domingo. Ciertamente el PP no busca un número de votos determinado, busca conservar lo que tiene, con especial mención para el Ayuntamiento de Madrid y las Comunidades de Madrid y Valencia; y quizá recuperar algo más como Baleares.

La realidad que nos deja esta campaña electoral es un “super Aznar” que está en plena forma, que se ha comido a todos los dirigentes de su partido y que ha asumido el protagonismo al máximo. Esta campaña nos deja a un Aznar que ha marcado con una claridad tumbativa su liderazgo y que al mismo tiempo ha planteado, sin intención, un grave interrogante que provoca preocupación y que no tiene respuesta: ¿Qué va a ser del PP después de Aznar? Este protagonismo arrollador del presidente, posiblemente necesario, ha dejado en evidencia la gran cuestión de los populares: ¿Hay un sucesor que asegure esta impronta de Aznar? Por el momento, lo único claro es que Aznar sigue
con pleno y absoluto mando en plaza. Él se ha recorrido media España con la primera intención de enseñar a los suyos que con la guerra de Irak no se ha equivocado. Aznar está pletórico, se encuentra posicionado como un “Super Aznar”. Un gran peso especifico, reforzado por la campaña, y que nos sitúa en el lunes 26 de mayo, el kilómetro cero de la carrera de la sucesión. Hasta ahora sólo estábamos en los entrenamientos.


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