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Carlos Semprún Maura

¿Huelga general?

Con motivo de las elecciones municipales y autonómicas en Madrid (que es mi pueblo), he podido constatar que los españoles residentes en el extranjero, si cambiamos de domicilio, perdemos nuestro derecho de voto por correo. Habiendo señalado con antelación mi mudanza a la Oficina del Censo Electoral, recibí nada menos que cuatro cartas certificadas (a las dos direcciones, la actual y la anterior), denegándome el derecho a mudarme: “no cabe que el envío de la documentación del voto por correo se haga a un domicilio diferente del que figura en el censo electoral”. El que “figura en el censo electoral” no podía ser otro que el de mi domicilio de entonces, que ya no es el mío. Da lo mismo, para esa burocracia estatal, ya que me inscribí desde la rue La Fontaine, esa dirección será legalmente la mía para la eternidad....

En París, este domingo 25 de Mayo, la “gigantesca manifestación” de funcionarios contra la reforma de las pensiones, fue un fracaso relativo. Ya iniciado el desfile, la CGT anunciaba que eran muchos más de un millón, para, poco a poco, ir revisando la cifra a la baja, hasta llegar a los 600.000. En realidad, ni siquiera fueron la mitad. No está mal, pero era mucho menos de lo esperado por los sindicatos, teniendo en cuenta, además, que por primera vez, los partidos de izquierda y extrema izquierda se volcaron en la manif, desde los comunistas a los trotsquistas, pasando por el PS, los Verdes, etcétera. Hasta los empleados de la SNCF y la RATP (ferroviarios, transportes urbanos parisinos), cuyos “regímenes especiales” de pensión, más favorables que para otras categorías de funcionarios, no se ven concernidos por la reforma. ¡Por ahora!, claman los sindicatos.

Siendo el gobierno “ultraliberal” (?), sólo puede tener malos sentimientos y peores intenciones. Pero cunde, y se refleja en la prensa, indudable inquietud, sobre todo cuando nuevas acciones en los servicios públicos (Transportes, Correos, etcétera) se anuncian para los próximos días y seguirán en junio, sobre todo en la Educación Nacional, el sector más carca del movimiento. Peligra, pues, el bachillerato, aunque no haya unanimidad sindical sobre el tema, peligran las sacrosantas vacaciones de verano, peligra también la economía, que por ahora cojea lentamente, se perfila el coco de la huelga general. Los trotsquistas la exigen a gritos: huelga general insurreccional, con asalto del Palacio de Invierno, no faltaba más. Hasta Marc Blondel, líder de FO, sindicato casi exclusivamente de funcionarios, agita la amenaza.

Veremos si el Gobierno resiste mejor que la prensa. François Fillon, ministro de Trabajo, firme y tranquilo, él, declaró por televisión el domingo por la tarde, que las negociaciones sobre la reforma, que habían durado semanas y que dos sindicatos importantes, la CFDT y la CCC, habían aprobado, estaban terminadas, y que la discusión ahora pasaba al terreno político, o sea al Parlamento. Repito que la reforma es demasiado estatal y tiene sus defectos, pero mantener las cosas en su estado actual es sencillamente suicida. El “pueblo de izquierdas”, como dicen, está en la calle, sí, pero para que nada cambie. “Tradicionalistas y de los JONS”.

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