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Alberto Míguez

Una buena noticia puede ocultar otra pésima

Excelente la noticia de que España intervendrá en la fabricación de 180 aparatos Airbus-400 M para el transporte de tropas en el horizonte del 2009 y que 27 de estos aparatos serán para las fuerzas armadas españolas. La noticia se produce, precisamente, cuando suenan todavía los ecos lúgubres de la catástrofe de Turquía que costó la vida a varias decenas de soldados, suboficiales y oficiales españoles que regresaban de Afganistán.

Se han elevado ya las primeras voces pidiendo transparencia y claridad sobre el accidente. Que se aclare, por ejemplo, de quién era el aparato estrellado, un Yakovlev-42 de los años ochenta. No pertenecía, desde luego a la NAMSA, una agencia de la OTAN dedicada al alquiler y control técnico de aeronaves de otros países utilizadas por los Estados miembros de la Alianza. Era propiedad de una compañía ucraniana, la "Ukraniam Mediterranean Airlines", y aunque todos aseguran al alimón y concertadamente que el avión había sido sometido a todo tipo de controles, hay quienes sospechan que este tipo de aeronaves no son tan modernas y seguras como ahora se dice. Tampoco está claro qué falló y por qué; si hubo un error humano, como aseguran fuentes turcas, o si fue a causa de la pésima meteorología, como dice el ministerio de Defensa español. Convendría aclararlo. Y cuanto antes, mejor.

Lo que no parece necesario aclarar, porque resulta evidente, es que España es uno de los países europeos y atlánticos que dedica a defensa un porcentaje más bajo de su PIB (el 1,8%) pese a que ha camuflado una parte de este gasto en el presupuesto de Ciencia y Tecnología. Entre las carencias reconocidas está un déficit considerable en transporte aéreo de tropas, y esto lo sabe todo el mundo, es público y notorio. Los gobiernos sucesivos han preferido mirar hacia otro lado porque este tipo de gastos son impopulares. Pero las realidades son también tercas e irreversibles. El Ejército español está bajo mínimos en lo que a material concierne. Como otros de los países europeos, sin duda.

Ignoro si la buena noticia de la fabricación y adquisición de los Airbus-400 tiene algo que ver con la otra, pésima, de la catástrofe del Yakovlev, pero conviene estar alerta. Los ciudadanos ya son demasiado mayorcitos para que se les engañe con estas triquiñuelas siniestras.

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