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José María Marco

Aguirre y la herencia de Gallardón

Se han avanzado muchas explicaciones para intentar comprender que Esperanza Aguirre se haya quedado a un paso de la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid. Se ha dicho que Esperanza Aguirre era la candidata natural para la alcaldía de la capital de España, y que desplazarla a la Comunidad ha sido un error. También se ha dicho, a mi parecer con fundamento, que ha jugado el prejuicio machista. Mientras que la gente tiende a identificarse personalmente con su alcalde, el cargo de Presidente de una Comunidad resulta mucho más lejano y en cierto modo abstracto. Una mujer, por tanto, tiene más posibilidades de ocupar una alcaldía que la Presidencia de una Comunidad Autónoma, que resulta una figura más distante, con más responsabilidades de gestión que de representación. Pasará tiempo hasta que esto cambie.

Pero hay un argumento que no se ha explorado, por razones obvias. Y es que así como la herencia recibida por Alberto Ruiz Gallardón en la alcaldía de Madrid es excelente, y reconocida por una gran mayoría de madrileños, no tiene por qué haber ocurrido lo mismo con la herencia de Ruiz Gallardón en la Comunidad.

Que la Comunidad de Madrid ha conocido un crecimiento espectacular en estos últimos años es indudable. Ahora bien, ¿se debe a la gestión del equipo de Ruiz Gallardón o a la política económica del Gobierno? Puede que la gestión llevada a cabo en la Comunidad no haya puesto tantos obstáculos al desarrollo como los que han puesto otras comunidades. Aun así no parece que medidas como las de las 35 horas semanales de trabajo para los funcionarios, o el gigantesco déficit, más o menos hábilmente maquillado, hayan ayudado mucho. En cualquier caso, el equipo de Ruiz Gallardón no redujo los impuestos, impuso el céntimo sanitario y no se preocupó de suprimir el impuesto sobre sucesiones, como podía haber hecho. Cuando los políticos pueden hacerlo mejor y los votantes lo saben, ¿por qué no les van a exigir que lo hagan?

La política de infraestructuras ha sido espectacular, sin duda alguna, y no se podrá negar la repercusión que ha tenido en el desarrollo de Madrid y en la posición de Madrid en la vertebración de la nación. Ahora bien, todo el esfuerzo propagandístico se ha concentrado en el metro, y en particular en Metro Sur. Pero hay mucha gente en el sur que hubiera preferido ver ampliada la línea de cercanías, que une directamente el centro de Madrid con su ciudad de residencia y cubre sus necesidades con más eficacia que ese circuito cerrado y bloqueado que es Metro Sur.

En Educación, el equipo de Ruiz Gallardón, encabezado mucho tiempo por Gustavo Villapalos, dio pruebas de una ineficacia difícil de superar. La Universidad Rey Juan Carlos, en particular, ha sido un proyecto redundante, probablemente innecesario y pésimamente gestionado, que por ahora ha proporcionado más anécdotas lamentables que contribuciones positivas al saber y a la investigación.

En cuanto a Sanidad, los meses en los que el equipo de Ruiz Gallardón ha tenido en sus riendas las competencias de Sanidad no han servido para introducir mejoras sensibles. En los campos en los que tenía competencias desde el principio, como en drogas, el equipo de Ruiz Gallardón se ha dedicado a hacer operaciones de imagen, como la famosa narcosala, sin preocuparse por mejorar la atención ni la exigencia de un servicio anquilosado, en el que no se investiga ni se trabaja en serio para mejorar las condiciones de vida de los usuarios.

Otro tanto ha ocurrido en el campo de la tecnología y las comunicaciones tecnológicas, donde la infraestructura de Madrid sigue estando muy atrasada y muy lejos de las necesidades y del dinamismo de la región. Apenas hay que aludir, por último, a la gestión cultural del equipo de Ruiz Gallardón, en manos de un grupo de progresistas dignos de los mejores tiempos del felipismo. Sólo el incendio del Palacio de Deportes suscitó entre los madrileños la esperanza de contar con una infraestructura digna para conciertos de música popular.

En fin, todo se puede arreglar. Es de esperar que Ruiz Gallardón no deje el Ayuntamiento de Madrid en el mismo estado en que ha dejado la Comunidad a la que iba a ser su sucesora en el cargo.

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