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Carlos Ball

Chávez reta a Bush

El ejército libertador de Simón Bolívar llegó hasta el Alto Perú, declarando el mariscal Antonio José de Sucre la independencia en 1825 de esa nueva nación. El primer nombre de Bolivia fue República Bolívar y a la ciudad de Chuquisaca se le dio el nombre de Sucre.

Hoy vemos que los “círculos bolivarianos” de Chávez llegan aún más lejos. Estos grupos de rufianes y asesinos financiados por el gobierno venezolano estuvieron presentes en Buenos Aires, durante la toma de posesión del presidente Néstor Kirchner, para darle la más calurosa bienvenida a Fidel Castro, Lula da Silva y Hugo Chávez.

Si no fuera algo tan trágico para América Latina, sería divertido comentar las inmensas diferencias de los círculos bolivarianos del siglo XIX –Bello, Miranda, Sucre, Urdaneta, Arismendi, Urbaneja, Brión– con los del actual presidente de Venezuela. Pero son ilustrativos los recientes comentarios de un venezolano que vive en Buenos Aires:

“El grupo de venezolanos residentes en Argentina, agrupados en la organización civil Venezuela es Una, pretendíamos manifestar pacíficamente frente al hotel”, donde se hospedaron y pasaron la noche conversando Castro y Chávez. “Llegando al lugar encontramos cerca de un centenar de personas, la mayoría argentinos, algunos bolivianos, paraguayos y diversas nacionalidades. Obviamente los únicos venezolanos éramos nosotros. Estas personas… venían en colectivos, les estaban repartiendo banderitas venezolanas y además tenían banderas rojas con la hoz y el martillo, la cara del Che en las franelas y demás distintivos comunistas”.

Luego, “…nos vimos rodeados de ‘manifestantes castristas’ argentinos…Y en pocos segundos fuimos agredidos…En medio de empujones, golpes e improperios, arrebataron las banderas de algunos de nuestros compañeros y se llevaron unas pancartas que se habían preparado. Luego de cumplir su cometido, rompieron las pancartas en la calle y fueron gritando vítores en favor de los dictadores…”

Imaginemos por un instante el escándalo mundial que se armaría si las embajadas de Estados Unidos financian grupos de rufianes con el objetivo de amedrentar a manifestantes antiyanquis en capitales de América Latina. Pero Castro y Chávez sí lo hacen impunemente, con los dólares del petróleo venezolano que compra Estados Unidos.

Las fuerzas armadas de Estados Unidos acaban de lograr una brillante victoria en Irak, aplicando tácticas y armamentos de vanguardia jamás antes vistos. Duélale a quien le duela, el Departamento de Defensa bajo Donald Rumsfeld saltó al siglo XXI, mientras que las burocracias del Departamento de Estado y de los organismos de las Naciones Unidas siguen atascadas en las fracasadas ideologías de Keynes, el New Deal y el “desarrollismo” de la CEPAL.

No debe entonces sorprendernos el renacimiento del fascismo izquierdista en América Latina, con apoyo del Departamento de Estado, los organismos panamericanos y la ONU. El discurso lo dominan los enemigos de la globalización, los ambientalistas, los proteccionistas, los sindicalistas, los mercantilistas y aquellos funcionarios latinoamericanos (casi todos ex políticos fracasados) con altos cargos (libres de impuestos) en organismos multilaterales, quienes pretenden ser indispensables para el desarrollo de la región.

Las recetas del Banco Mundial, FMI y BID lograron destruir la prosperidad en países que fueron muy ricos, como Argentina y Uruguay, fomentando las burbujas financieras de políticos inescrupulosos y creando niveles de miseria no experimentados jamás en nuestro hemisferio.

En Washington, por años, ha predominado un racismo tan despreciable como el que sufrieron los negros en los estados del sur. Se manifiesta en creer que América Latina no puede prosperar utilizando las mismas fórmulas exitosas que promovieron el despegue económico de Estados Unidos, la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra y el milagro asiático: libertad económica, bajos impuestos, monedas sólidas, gobiernos limitados, respeto a la propiedad privada, seguridad jurídica y libertad individual, para que todo el mundo pueda ganarse la vida y construir su futuro, sin tener que depender del funcionario ni pedirle permiso al comisario.

Chávez desde Buenos Aires retó a Bush declarando que Lula “tiene las condiciones para asumir el liderazgo del cambio de modelo económico y de integración en América Latina para hacer frente al ALCA”. El primer “round” ya lo ganó Chávez.

Carlos Ball es director de la agencia © AIPE y académico asociado del Cato Institute.

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