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Cristina Losada

Héroes hasta que votaron

Eran las víctimas y los héroes, los abandonados por el estado y los supermanes autoorganizados que sacaban el fuel con sus propias manos. Ya no. Para no tirar a la basura un guión que nació viciado, desde el 25 de mayo, los marineros y la población toda de la Costa de la Muerte son villanos y traidores despreciables. Es la última entrega del melodrama del Prestige, presentado en paralelo al drama real, con el que cualquier parecido siempre ha sido coincidencia. El delito de los héroes: haber votado mayoritariamente al PP. Pues como los nacionalistas, los socialistas y los de Nunca máis no vertieron toneladas de embustes y demagogia ni engañaron al público presentándose como únicos y auténticos adalides de los afectados, los canallas tienen que ser los votantes.

Así, los marineros se habrían vendido por unas ayudas que, un minuto antes, los del luto y la culpa tachaban de limosnas irrisorias. Y además de Judas, son tontos y cobardes, pues no habrían ido a mítines de la oposición por miedo y habrían permitido que el PP poco menos que abriera los sobres para comprobar que iba su papeleta dentro (El Periódico, 1-VI-03). Por lo visto, el malvado partido en el Gobierno sólo concedía subvenciones a cambio del voto contante y sonante, y hasta hizo que Pescanova prometiera abrir una factoría en la zona si ganaba él. Ni siquiera que ese proyecto date de antes del Prestige arredra a estos profesionales de la trola, que saben que siempre hay un periodista que les dará crédito y un público que se lo tragará.

Y si habíamos pensado, como casi todo el mundo, empezando por PSOE, BNG y el propio PP, que el Prestige podía hundir a los populares en Galicia y más allá, podemos asombrarnos ahora oyéndole decir al alcalde socialista de Camariñas que “políticamente el Prestige nos perjudicó” o a un voluntario-activista que “el Prestige le ha venido de maravilla al PP en Muxía”. Como que si no hubiera sido por la catástrofe no pasa la prueba de las elecciones. Y con la misma desvergonzada carambola han metido en el agujero de los malos a los voluntarios. “Le hicieron un favor al PP, pienso que vinieron demasiados”, soltó el dirigente del BNG de Corcubión. Los nobles héroes blancos, tan cantados y loados, habrían impedido que los vecinos percibieran la magnitud de la catástrofe. Tomen note los del mono de la gratitud nacionalista.

De lo que seguramente han tomado nota las cofradías de pescadores es del calado de las convicciones democráticas y sentimientos fraternales de sus presuntos amigos. “La próxima vez que tengáis problemas pedid ayuda a San Pedro, a Fraga y al PP. Pero no esperéis nuestra ayuda. Nunca máis”, dice uno de los e-mail vengativos que se han recibido en Muxía. Y es que esta izquierda y estos “progresistas” que padecemos, si no votas lo que quieren, te insultan. Debe ser el gen totalitario. El mismo que les lleva a despreciar al pueblo real cuando, como ocurre a menudo, no se porta como ese pueblo abstracto del que tienen la exclusiva. Desprecio a la realidad, en definitiva.

Y por ese desprecio se han dado el batacazo. Si las elecciones en la Costa de la Muerte han puesto de relieve algo es que el Nunca máis apocalíptico y corta cabezas era un tinglado básicamente urbano y alejado de la realidad de la catástrofe y de los afectados. Pero no les importa. Viven de su propia propaganda y ninguna realidad va a privarles de alimento tan nutricio. Tal vez en una próxima entrega nos reinterpreten el cuento de la Bella Durmiente los intelectuales y artistas intuitivos e inteligentes que anunciaron que, con el Nunca máis, o sea, con ellos, la sociedad gallega había despertado de su secular letargo y había dejado de confiar en la derecha. ¿Habrá despertado la bella y frondosa un instante para volverse a dormir antes de ir a las urnas? ¿Era demasiado poderoso el narcótico para estos príncipes de la marea negra? Cualquier cosa dirán antes que reconocer de una vez que Galicia no se ha despertado porque no ha estado dormida nunca.


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