Menú
Juan Manuel Rodríguez

Bassat en el "Tourmalet presidencial"

A medida que avanzan los días y las encuestas Lluís Bassat se va poniendo más y más nervioso. Dicen que una transpiración excesiva de las glándulas sudoríparas le costó sus primeras elecciones a Richard Nixon. JFK no hacía más que atacar al candidato republicano y éste se limitaba a sudar por todos los poros de su piel. Lo peor no fue que Nixon diera la impresión de ser un sudario andante; lo que resultó definitivo es que aquello pudo verse a través de todas las televisiones del país. Kennedy ganó esas elecciones porque dominaba el medio televisivo como nadie, y Nixon las perdió porque el realizador –probablemente demócrata– fijó la cámara en el vicepresidente y fue acercándola, lenta y parsimoniosamente, hasta centrarla en un primer plano devastador. Supongo que a los electores indecisos les daría por pensar cómo iban ellos a colocar en Washington a un hombre a quien impresionaba tanto la televisión.

En el caso de Bassat ocurre más o menos lo mismo. Es sorprendente que un hombre que se ha hecho millonario con la publicidad pierda así el control de sus nervios en la televisión. Jaume Llauradó hizo una malsana referencia en otro debate a la ascendencia de Bassat, (es judío) y éste quiso pasarle la lógica factura recitando el típico y tópico discurso sobre la igualdad entre todos los seres humanos. A Llauradó se le ocurrió decir que estaba tergiversando sus palabras y Bassat, ni corto ni perezoso, se levantó de la silla y abandonó el plató para más tarde regresar a él. Lo más curioso es que de ese duelo entre los dos candidatos quien salió como seguro ganador fue un tercero, Joan Laporta, que está subiendo como la espuma en los últimos sondeos de opinión.

A Bassat le queda una semana muy dura y empinada por delante, algo así como el "Tourmalet presidencial". Sus asesores y él mismo ya tendrían que tener previsto que, como candidato indiscutiblemente favorito, todos los demás tirarían a darle. La presidencia del Fútbol Club Barcelona es un dulce demasiado apetecible como para dejarlo escapar sin luchar. A Llauradó no le doy opciones pero Laporta, que en principio pudiera dar la impresión de que sólo trataba de ir cogiendo experiencia para el futuro, sí podría hacerle pupa. Como en el caso de Nixon, también los socios del Barcelona con derecho a voto podrían pensar en los riesgos que tiene situar en el Nou Camp a un hombre que se viene abajo con el primer insulto. Si fuera así, el fútbol no estaría hecho para él. Aunque al final Nixon acabara ganando unas elecciones presidenciales.


En Deportes

    0
    comentarios