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Ignacio Villa

El PSOE recupera la corrupción

El Partido Socialista vuelve a desenterrar sus viejos fantasmas. Los viejos fantasmas de la corrupción. La crisis de la Federación Socialista madrileña ha sido una bomba de relojería que ha estallado en el momento que nadie esperaba, pero también es cierto que nadie se puede sorprender por ello. Lo que ha ocurrido podía ocurrir en cualquier momento, y es el resultado de una larga política de chanchullos, indisciplina y corruptelas. El PSOE con lo vivido en Madrid no sólo recupera viejas historias negras, sino que se encuentra de bruces con una realidad: la corrupción en las filas socialistas no ha terminado.

Sigue llamando la atención el desconcertante cambio de estrategia en el PSOE. Después de los modos claros de Rodríguez Zapatero al principio de la crisis, la dirección socialista ha caído en una dinámica fuera de sitio. Acusaciones a unos y otros, exigencias al PP para que pida la renuncia de los dos diputados "huidos" y el comienzo de una caza interna de brujas que nadie sabe explicar. Ni Balbas, ni Tamayo, ni Sáez son nuevos en la FSM. No son militantes recién llegados, precisamente. Eran muy conocidos en su actividad dentro y fuera del partido; y todo el mundo sabía de su afición por el "chantaje" político, por el "mercadeo" con el poder y por los negocios pocos claros.

Por lo tanto: ¿A qué viene que los de siempre –Caldera, Blanco y Chacón– se rasguen las vestiduras hablando de cheques, mafias y dineros de dudoso origen? Estos señores, y algunos más que siguen escondidos detrás de la mata, llevan muchos años en el filo de la navaja de la corrupción. Han sido los dirigentes regionales y nacionales del PSOE quienes han preferido mirar hacia otra parte para evitar problemas. La dirección socialista ha sido quién ha permitido que la corrupción haya sobrevivido en la Federación Socialista madrileña. Y son ellos los que deberán explicar esa actitud en lugar de intentar involucrar al Partido Popular que nada tiene que ver con los problemas del PSOE.

La Comunidad de Madrid, que hace no muchos días el secretario general del PSOE calificaba como la puerta para llegar a La Moncloa, vuelve a ser la cuna de la corrupción para los socialistas. No es una nueva corrupción, es la corrupción de siempre que no había sido desterrada. Es más, muchos de estos a los ahora se apunta como traidores fueron apoyos fieles de Zapatero en el Congreso en el que fue elegido como secretario general. Lo ocurrido en la Comunidad de Madrid es un claro aviso de atención, es un claro anuncio de que la corrupción sigue ahí. Y Zapatero deberá actuar con rapidez, pero sobre todo pedir a sus primeros espadas que se callen. Menos palabras, insultos y ataques; y más trabajo y disciplina. Ese es el único camino de los posibles.


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