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Amando de Miguel

La Real Academia trabaja

La frase se refiere al continuo y laborioso trabajo de hacer “papeletas” que caracteriza a los asiduos miembros de la Real Academia Española (la de la Lengua). Era el título de una famosa serie de artículos de Julio Casares en ABC. Supongo que, ahora con ordenadores potentes, lo de las “papeletas” o fichas manuales resulta un tanto superado. La Real Academia es ahora una organización, no solo una institución. Contaré una minúscula anécdota personal que puede ilustrar muy bien el nuevo estilo de trabajo de la vetusta casa de las palabras. Llamé el otro día a la Academia preguntando por Gregorio Salvador para una estricta relación libresca. Dí mi nombre, pero, por lo oído, resultaba insuficiente para identificarme. La secretaria me lanzó la pregunta que quería ser cortés: “¿De qué empresa es?”. Me parece muy buena señal que la Academia se relacione con personas que provengan de empresas, se supone que mercantiles. Tampoco era ocasión de contestar a la gentil secretaria que yo provenía de la empresa de la Cultura. Por cierto, me gustaría salvar para el comentario la primera acepción que da de “empresa” el Diccionario: “Acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo”. Más o menos es la acepción que introdujeron los primeros académicos en el Diccionario de Autoridades y así ha quedado desde el siglo XVIII. Me gusta.

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