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Encarna Jiménez

Animaladas

TVE, siempre atenta a la actualidad, ha programado en horario de máxima audiencia un documental de tres horas sobre lo que le ocurrirá al planeta Tierra dentro de 200 millones de años. "El futuro salvaje”, una producción inglesa que ni los más aficionados a la ciencia-ficción pueden seguir sin aburrirse, quería repetir el éxito de audiencia que había conseguido “La odisea de la especie”. La evolución de los homínidos, con asesoría de Arsuaga, y coproducción de Ramon Colom, logró reunir a más de cuatro millones de telespectadores en competición con las basurillas que sirven en otras cadenas. Animado el ente público, ha decidido darnos ración triple de documental para cubrir la cuota de servicio público que en las últimas semanas están reclamando sindicatos, asociaciones y políticos.

Parece que todos se alegran de que TVE traslade los animales de la segunda cadena a la primera, y nadie repara en lo que tiene de oportunismo y si los documentos no son más que una manera de entretener con veleidades pseudocientíficas. Ya ha habido quien ha criticado “La odisea de la especie” por su “maquillaje” de la evolución de nuestros ancestros, pero en el caso de “El futuro salvaje”, el invento de lo que ocurrirá en el mundo dentro de millones de años tenía una pinta de relleno muy bien fotografiada, pero que resultaba un pastiche.

Con imágenes virtuales y reales nos llevaron a un mundo de desiertos en los que dominaban las arañas. El mar estaba poblado de calamares inteligentes que sobrevivían a todo y el hombre había desaparecido. Un científico caracterizado como el Darwin de anís El mono, ayudado por otros estudiosos, introducía un asunto sobre el que se supone que nos debemos interesar, aunque no lo vayamos a ver ni de lejos.

Los dinosaurios entretienen al público, los homínidos y primates han conseguido cierta actualidad, pero el futuro relleno de calamares que nos sirvió “La Primera” de TVE más bien pareció una “animalada” de TVE que preludia la llegada del verano. Cuando vienen los calores, la pantalla aleja a los humanos de plantilla y empieza a interesarse por vacas, ballenas, perros y peces. En momentos estelares, como la crisis de las “vacas locas”, los telediarios nos familiarizaban con cuadrúpedos que acababan siendo como de la familia. El rescate de una ballena o la amenaza de un tiburón pueden llenar varios informativos y con un acuario se puede entretener una siesta.

El “servicio público” de la sobredosis documentalista es una cómoda estrategia veraniega que enmascara la programación de TVE con científicos ficticios que quieren ser Spielberg.

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