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Fernando Saiz

Laporta y Florentino

El fichaje de Beckham por el Real Madrid ha dado con la puerta en las narices, si se me permite el chascarrillo fácil, al nuevo presidente del Barcelona, que había hecho bandera de la incorporación del melifluo jugador británico. Pero al margen de este primer fracaso, la irrupción de Joan Laporta en el escenario futbolístico nacional promete emociones fuertes. Laporta es un tipo dinámico rodeado de gente dinámica que procede de empresas dinámicas, y la sensación es que va a dar mucho que hablar. En particular, a mí me llama la atención que en el círculo de influencia de Laporta figuren Ferrán Soriano y Marc Ingla, dos de los fundadores de la prestigiosa firma de consultoría catalana Cluster, hoy integrada en la multinacional Diamond Cluster. Cluster nació en 1993 y sin apenas hacer ruido se convirtió en una de las consultoras europeas más prestigiosas en el sector de telecomunicaciones, de tal suerte que siete años después, en septiembre de 2001, fue comprada a precio de oro por la norteamericana Diamond, que pagó 575 millones de dólares e hizo ricos a sus socios. Pero el ‘espíritu Cluster’ está relacionado con Laporta no sólo por la conexión con la firma consultora. Durante la campaña electoral, el nuevo presidente utilizó abundantemente el concepto de círculo virtuoso –una de las acepciones de la expresión inglesa cluster– para explicar lo que quería hacer con el Barcelona. La idea no es suya, sino de Michael Porter, el conocido gurú norteamericano de la gestión empresarial. Porter, en efecto, popularizó la teoría del cluster. Según su modelo, el éxito de una empresa no depende tanto de su eficiencia interna como de su habilidad para aprovechar las ventajas del ‘cluster’ en el que se mueven, es decir, la red local de compañías, instituciones e individuos que rodean a dicha empresa. Todo esto, aplicado a un club tan particular como el Barcelona, tiene su miga (o sea, abundantes implicaciones deportivas, económicas, sociales y políticas).

Frente a los ímpetus y las ideas renovadoras de Laporta, Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, opone la pegada de un búfalo. Su gestión al frente del club blanco es rutilante en dineros, trofeos y estrellas, y el fichaje de Beckham corrobora su perfil de gestor ambicioso y depredador. En cierto sentido, Pérez se asemeja a Bill Gates, el presidente de Microsoft. Si la multinacional del ‘software’ ha conseguido reunir la más completa y potente gama de productos del mercado, rozando en ocasiones el monopolio ‘de facto’, Florentino ha formado el que es probablemente el mejor equipo de la historia del Real Madrid. La próxima temporada, el once titular blanco contará con seis jugadores que aparecen en el ránking de los diez o quince mejores jugadores del mundo: Zidane, Raúl, Roberto Carlos, Ronaldo, Figo y Beckham. ¿No debería intervenir de oficio el Tribunal de Defensa de la Competencia?

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