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Ignacio Villa

La pesada digestión de Zapatero

Es lógico que las 24 horas posteriores al Debate sobre el Estado de la Nación sean unas horas de valoraciones, encuestas, victorias y derrotas. Son apreciaciones muy validas puesto que se hacen sobre el propio terreno, aunque no hay que perder de vista que el verdadero resultado sobre el Debate llegará dentro de unas semanas. En esta cuestión, el tiempo es inflexible y termina dejando a cada uno en su sitio y en breve todo retornará a la verdadera situación. Es decir, por lo visto durante el Debate, tenemos a un Aznar dispuesto a cerrar dignamente sus ocho años al frente del Ejecutivo, mientras que Rodríguez Zapatero sale del Debate con la misma crisis interna de precariedad con la que entró.

Lo cierto, es que el presidente Aznar ha demostrado durante estos dos días en el Congreso, que no está dispuesto a bajar la guardia en estos meses que le quedan en el Palacio de la Moncloa. Va a implicarse al máximo hasta el mes de marzo, con campañas electorales incluidas, para cerrar correctamente su ciclo. No quiere que por despistes de algunos, negligencias de otros o frivolidades de unos pocos se le pueda estropear su propio balance. El presidente del Ejecutivo ha mostrado que está dispuesto a mantener su ritmo político hasta el final, convencido de que los últimos siete años han sido una etapa muy positiva para los ciudadanos españoles. Aznar en el Debate se lo ha advertido a todos, a los propios y a los adversarios: Va a estar hasta el último minuto al mando de la barca. No va a dejar margen para el error. Quiere cerrar por todo lo alto, su presencia en Moncloa y no quiere que nadie se lo estropee. Y para él, el final correcto de estos ocho años es dejar a su sucesor en el partido, como presidente del Gobierno.

Mientras tanto, el secretario general del PSOE va a tener una pesada digestión del debate. Sus más cercanos colaboradores han estado muy activos en los pasillos del Congreso para machacar el mensaje: "José Luis está muy contento, se siente ganador". Una estrategia, fiel al estilo Rubalcaba, que sirve para parar el primer golpe, pero que no resuelve los verdaderos problemas. Zapatero ha salido del Debate con las mismas crisis, con las mismas desobediencias internas y con el mismo cuestionamiento de su liderazgo. Y esa es la realidad. El problema es que el secretario general del PSOE se encastilla cada vez más en sus posiciones, aconsejado por un pobre equipo político. Rodríguez Zapatero, lejos de buscar soluciones, se empeña en recuperar las "recetas del felipismo" para solucionar sus problemas, y esas recetas no han dado muy buenos resultados. Zapatero definitivamente ha guardado en el armario sus primeros modos lejos de González y ha vuelto a unos modos de los que renegó al llegar a la secretaria general.

El Debate ha terminado, pero ha dejado en el camino sus propias trampas. La primera de ellas es desfigurar la realidad. Y a la dirección del PSOE no le interesa seguir en esta falsificación de su propia realidad. A la hora de la verdad, la intoxicación tiene una eficacia muy relativa. Zapatero está tocado entre sus propias filas y el Debate no le ha reconstituido. ¿Se figuran una derrota estrepitosa del PSOE en la Comunidad de Madrid en el mes de octubre? En la dirección del PSOE parecen no enterarse. Ahora comienza una larga y pesada digestión.

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