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EDITORIAL

Ni que el Tour fuera el Festival de San Sebastián

La bochornosa decisión de los organizadores del Tour de Francia de firmar un acuerdo con Batasuna —representante político de ETA ilegalizado por el Tribunal Supremo e incluido en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea— debería suponer la inmediata retirada del Premio Príncipe de Asturias del Deporte concedido recientemente a los organizadores de la ronda ciclista gala.

Tanto el portavoz de la organización terrorista como el del Tour aseguran que el acuerdo tiene por objetivo lograr que el vasco sea lengua oficial en la decimosexta etapa de la carrera, la que se desarrolla entre las localidades de Pau y Bayona. Es simplemente increíble este inusitado interés por parte del director general del Tour, Jean-Marie Leblanc, de implicar este evento deportivo en la promoción de una lengua que no es oficial en territorio alguno galo. El objetivo —por supuesto no declarado— del máximo responsable del Tour, por el contrario, no es otro que lograr que los terroristas y su simpatizantes no revienten ni siquiera con algaradas el pacífico transcurso de una ronda que este año cumple su centenario.

En cualquier caso, con independencia del contenido del acuerdo, lo que es bochornoso es que se firme con Batasuna, dando legitimidad y concurso a lo que ya a nivel europeo debe ser considerado como una organización terrorista. Esto es más que suficiente para retirar la concesión a la ronda gala del Premio Príncipe de Asturias, galardones que —por si fuera poco— ya venían sufriendo un paulatino descrédito desde largo tiempo atrás.

Claro que, por muy intolerable y afrentosa que sea para los españoles, esta decisión de los responsables del Tour no deja de ser muy equiparable a la de los organizadores del Festival de San Sebastián que durante treinta años han hecho cesiones —también supuestamente de tipo cultural— para que ETA y sus simpatizantes no reventaran los premios cinematográficos de la capital donostiarra. En el Festival de San Sebastián hasta se ha disuadido a algún participante condenar el terrorismo desde la tribuna, como si de una incorrección política se tratara.

En cualquier caso, esperemos que la presión de las autoridades españolas sea lo suficientemente firme como para que logre una pública rectificación de Leblanc. Si tarda menos que la de Atutxa, mucho mejor...

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