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Amando de Miguel

De mentirijillas

Diríase que la mentira está excluida de la tabla de pecados capitales de los españoles. Ya pueden los políticos lanzarse unos a otros la acusación de mentirosos. Ninguno se deja impresionar por tal epíteto. El lenguaje coloquial nos proporciona la locución “de mentirijillas”, que es como utilizar la mentira como burla o juego un tanto infantil. En la vida seria el hecho de mentir se considera más bien como un mérito, como un signo de inteligencia. El delito de perjurio no existe en la práctica. El falso testimonio no lo es tanto si se emite para ayudar a un amigo. Hay una palabra castiza que califica tanto a la persona que miente descaradamente como a la que resulta simpática. Esa palabra es “retrechera”. De forma parecida, el “pícaro” es el que sabe mentir y disimular, pero al tiempo se hace simpático. Recuérdese “Los intereses creados” de Benavente, y, en general, toda la novela y la dramaturgia picaresca. Es el género español por excelencia. De hecho, el Quijote es una sublime manifestación de ese género. En el Quijote todo el mundo miente o disimula, incluido el bueno de Alonso Quijano. De ahí que esa obra sea nuestra epopeya nacional.

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