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EDITORIAL

Aznar da cuerda al populismo

Difícilmente alguien hubiera dejado más en evidencia la desfachatez y la falta de credibilidad del actual presidente argentino de lo que lo ha hecho el propio Nestor Kirchner en su visita a España. Se suponía que venía a Madrid a lo que parece que sólo saben hacer los políticos argentinos cuando salen al extranjero: a pedir más dinero que releve al que ya han dilapidado. Eso, y a animar a los empresarios para que inviertan más en su país. Ya hay que tener desvergüenza para volver a pedir más dinero a los contribuyentes y a los accionistas españoles después de estafarlos. Pero el colmo es que, encima, Kirchner arremeta en España contra los empresarios españoles a los que ha acusado de tratar de “aprovecharse de Argentina”.

Aznar, por su parte, también ha querido aportar su dosis al esperpento. En lugar de salir en defensa de los empresarios españoles y leerle “la cartilla” al presidente argentino, en lugar de señalar —con toda la diplomacia que se quiera— que no habrá un duro más hasta que Argentina cumpla con sus compromisos, nuestro presidente sale, se acuerda de Perón y dice que “cuando teníamos hambre, Argentina nos ayudó". Nunca el masoquismo aquí dio tanta cuerda al populismo y la demagogia de allí.

Kirchner apela a la importancia de la “seguridad jurídica” para incentivar la inversión extranjera, después de que se ha saltado a la torera la legalidad bajo la cual las empresas españolas llegaron a los acuerdos con el Gobierno argentino. Ya retrata el cinismo del personaje el pretender atraer capitales cuando ha suspendido pagos y mantiene un sistema financiero en la incertidumbre sobre la solución que se dará a la ingente cantidad de deuda pública que le han obligado a comprar o tiene maniatadas por las pérdidas a empresas que ofrecen servicios: los bancos —tras la pesificación y los “corrales”— y la telefonía, agua, luz, gas o autopistas —por la intervención espuria del sistema de precios. Lo absolutamente surrealista es que Kirchner, además, se permita “poner a parir” —en expresiva expresión de Cuevas— a los empresarios españoles.

Cuenta “El Dioni” —el de aquí, no el de la Pampa—que cuando estaba a punto de robar el furgón del banco, se acordó de la Virgen y pensó “No te voy a pedir ayuda para esto, pero por lo menos no me j... la marrana”. La desfachatez del “de la Pampa” lo supera: pide ayuda al que estafa y encima lo insulta. Mientras tanto, Aznar se confía al recuerdo de la “solidaridad” de Perón.

Este cuadro, entre lo esperpéntico y surrealista, no lo supera ni Valle Inclan ni Dalí juntos...

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