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EDITORIAL

Recuperar los escaños o contaminar al PP

La comisión de investigación de la Asamblea de Madrid comenzará esta semana sus trabajos con la comparecencia de Eduardo Tamayo. El PSOE, tras haberla aceptado a regañadientes, tratará de enfocarla y utilizarla al servicio de la estrategia que ya marcara Prisa a través de la SER desde que los desertores dieran plantón al resto de sus compañeros: explicar la deserción como una trama inmobiliaria auspiciada por el PP para impedir el Gobierno de Simancas.

El Partido Popular durante la semana pasada, desgraciadamente, enfocó su discurso a insinuar que el PSOE iba a llegar a un pacto con los dos diputados a los que los propios socialistas han calificado de “corruptos”, “basura” y “despojos humanos”. Los populares presentaron como base de sus insinuaciones la coincidencia del sentido de los votos de Tamayo y Sáez con los de PSOE e IU, así como las informaciones de ABC que señalaban que los balbases podían estar negociando con la ejecutiva socialista un acuerdo por el que los dos desertores renunciarían a su escaño a cambio de que Simancas no fuera el que presidiera el “Gobierno de progreso” de la Comunidad de Madrid.

No hay, sin embargo, nada que sostenga esas insinuaciones. Más bien al contrario. No negamos la posibilidad de que esos contactos se hayan mantenido, pero creemos que, más que tener por objetivo el que Sáez y Tamayo renuncien a sus escaños, lo que perseguirían es impedir nuevas “deserciones” del sector de los balbases en el seno de la Federación Socialista Madrileña. Pero una cosa es evitar males mayores y otra, muy distinta, que el PSOE se haya replanteado su estrategia. Tamayo y Sáez seguirán siendo unos “despojos humanos” y estos seguirán negándose a devolver al escaño. Todo apunta a que se va a seguir a pie juntillas la estrategia que PRISA marcó desde el primer momento. Retrasar las elecciones el máximo tiempo posible para presentar al PP como el origen de las deserciones. Y esa estrategia de contaminación es incompatible con un acuerdo —aunque sea bajo manga— con los desertores.

Tamayo y Sáez ya intentaron la reconciliación, tras dar el toque de atención a Simancas. Pero el PSOE ya los había calificado de “despojos”, los había expulsado del partido y ya había empezado la contaminación del PP. Si la Ejecutiva del PSOE no cumplió sus compromisos antes, ¿qué garantía tendrían ahora Tamayo y Sáez para que el PSOE lo fuera a hacer una vez que hubieran abandonado los escaños?

El País marcó cuatro vías de presión: la política, la mediática, la judicial y la parlamentaria. Y las cuatro las está cumpliendo el PSOE a pie juntillas, incluida la parlamentaria. Simancas presentó su candidatura, no para salir investido, sino para contaminar al PP en la Asamblea de Madrid. Si ha votado en contra y luego se ha abstenido ante la creación de la comisión de investigación no es más que por este objetivo. Por supuesto que quieren esa comisión, pero no para investigar, sino para implicar al PP. Si los socialistas votaron en contra, es precisamente porque esa comisión no iba a hacerles el juego esperado al quedar vetadas comparecencias tan irrelevantes como la de Verdes o Bastarreche pero que eran eslabones imprescindibles en la cadena con la que los socialistas querían asociar a Tamayo y al PP.

El PP y sus medios de comunicación con las insinuaciones de una posible reconciliación de Tamayo y Sáez con su partido o el posible relevo de Simancas no están haciendo más que confundir una estrategia que, por abyecta, no deja de estar manifiestamente clara. En lugar de contrarrestarla señalando los compromisos incumplidos en el seno de la Federación Socialista Madrileña, en lugar de explicar las tensiones entre los balbases y los Mamblonas, en lugar de estar hablando de Agecovi o el cincuenta por ciento del Gobierno que Simancas estaba dispuesto a ofrecer a IU, los populares se han pasado una semana hablando de reconciliaciones y de acuerdos entre el PSOE y sus “despojos” que las informaciones objetivamente desmienten.

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