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Germán Yanke

La gran desvergüenza

Es un asunto personal, ya lo sé. Es un asunto mío, pero también de cientos de miles de ciudadanos. Aunque muy personal, sin duda, porque, ante la ofensiva nacionalista (Plan Ibarretxe, rebeldía institucional, criterios cotidianos antidemocráticos, política de desistimiento de los no nacionalistas, violencia terrorista, arbitrariedad y discriminación) lo que nos jugamos, cada uno de ellos y yo, es nuestra libertad y nuestros derechos.

Me enfrento, por ello, a la estrategia socialista del momento como un asunto personal. Y no puedo entender que, por su incapacidad para establecer una política coherente y cohesionada –que es un problema que ya detectaron en el último de sus Congresos, como consta en los documentos del mismo–, no quieran ahora defendernos de este ataque totalitario junto al PP.

Realmente patético resulta que, ante la imperiosa necesidad de que los demócratas estén unidos, se responda reprochando al PP que pone en cuestión la política autonómica del PSOE o que subraya en el debate político contradicciones o falta de cohesión. Al parecer, para defender mi libertad y la de mis conciudadanos, el socialismo español pone condiciones: que el PP acepte que es la misma doctrina la que expone el señor Maragall y la que defiende el señor Bono, que diga que le parece bien que la Ejecutiva del PSOE se cargara a Nicolás Redondo después de haber dado el primer paso importante para arrebatar el poder democráticamente a los nacionalistas, que ratifique en un congreso que las diferencias entre el alcalde de La Coruña y el de San Sebastián son, además de meras cuestión de matiz, asuntos internos que no afectan a la ciudadanía, que pase por alto sus escalofriantes pactos en Navarra... Podría seguir pero ¿para qué? Parece que el PSOE nos pide que, si necesitamos su concurso para defender nuestras libertades, neguemos que tiene problemas, vayamos más allá de las actas de su propio congreso, y adoremos devotamente a sus dirigentes. Si no, ellos irán a lo suyo. Y, en lo suyo, ellos sí, ellos podrán decir que el PP tensiona la situación, que su política (incluso la del Pacto Antiterrorista suscrito con ellos) conduce a una menor cohesión territorial, que no dialoga y que es un partido antidemocrático.

Si quieren hacerlo así, si quieren ir a lo suyo, es mejor que lo justifiquen de otro modo. El comunicado de los socialistas vascos, firmado por su coordinador, es una desfachatez intelectual propia de la formación de que lo firma pero impropio del partido de Indalecio Prieto. Aquí, ante Ibarretxe, no estamos ante un problema de poder y representación de los distintos partidos en los que haya que velar por la supervivencia o la fuerza del PSOE. Aquí, ante una ofensiva totalitaria que quiere dinamitar la línea de flotación de la democracia, no hay distintas respuestas, las de derechas y las de izquierdas –si es que estos señoritos del PSE pueden ser considerados de izquierda, tantos de ellos vinculados familiar y laboralmente a las empresas e instituciones del PNV–, sino la del Estado de Derecho, la de los fundamentos de la democracia, comunes, espero, a los partidos nacionales PP y PSOE. Ya está bien de fórmulas imbéciles y entontecedoras como esa de “más Estatuto”, como si esa vaporosa nadería fuera la solución a la violencia terrorista apoyada por las insitituciones controladas por los nacionalistas. Y sin un somero análisis, que la actual dirección del PSE no ha hecho nunca en público, de la situación actual del desarrollo estatutario y de las razones –casi todas impresentables– por las que se sigue reivindicando lo irreivindicable con sensatez somera.

Este trasunto de mal estudiante de Básica que es el coordinador del socialismo vasco, como tantos otros iletrados de su partido, tan bien instalados, tan protegidos, tan excelentemente pagados por unos y otros, nos vienen ahora con el diálogo entre Gobiernos. Al parecer, si ellos se oponen al proyecto “rupturista, soberanista y etnicista”, es que son muy buenos socialistas; si lo hace el Gobierno conservador es que no dialoga. Y nos cuentan que hay que construir el país “desde el entendimiento y el acuerdo” para empezar a negarlo con el PP, con lo que ya se sabe con quién hay que intentar entenderse, a pesar de todo. Y luego esa bobada de “más Estatuto”.

Para oponerse a la guerra de Irak no pusieron tantas condiciones ni reclamaron tanta autonomía. Podían estar todo el día en la calle con IU y podían en el Parlamento coordinar mociones, preguntas y reclamaciones con comunistas, regionalistas, nacionalistas y hasta el PNV. Era “contra el PP” (que parece el desideratum máximo de la doctrina socialista contemporánea) y todo valía. Y si el PP se muestra intransigente con el nacionalismo totalitario, pues ellos no. Y si se empeña en defender la unidad de España, pues ellos tratarán pronto de defender otra cosa, por aquello de la unidad desgasta al PSOE y da votos al PP.

Sí, ya sé que es un asunto personal. Pero no puedo aceptar que, para mantener su mediocridad y evitar enfrentarse a los verdaderos problemas (los del PSOE y los del país), estos socialistas se nieguen a ir de la mano de los demócratas. Otra vez.


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