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Encarna Jiménez

Se abre la tienda

La llegada de septiembre tiene dos particularidades: vuelven los titulares de los programas más populares de la televisión como María Teresa Campos, Ana Rosa Quintana, los presentadores de los telediarios, Javier Sardá o los “primeros cafés” de las cadenas generalistas —este año con la actuación estelar de Javier González Ferrari en Antena 3— y la publicidad de todas las cadenas se llena de artefactos vendidos a plazos.

Si empezamos el verano con una verdadera verbena en los kioscos en la que cualquiera podía salir con un sinfín de complementos playeros al ir en busca de papel, los “spots” televisivos ya nos han adelantado antes de que acabe el mes vacacional todo lo que se puede comprar para levantar el ánimo o explotar la nostalgia en cómodos plazos a la vuelta del verano. Antes de que lleguen las ofertas de idiomas, un clásico en otoño, ya tenemos ocupando un minutaje abrumador en nuestras pantallas relojes de los años 30, coches inolvidables de hace décadas en miniatura metálica, plumas estilográficas de todos los estilos, dedales de antaño y cascos de guerrero desde los romanos hasta nuestros días.

Algunos programas son la causa del furor coleccionista de esta tele-tienda en cascada. “Cuéntame cómo pasó” es la culpable de que el seiscientos y el cuatro latas enternezcan a la audiencia. National Geographic nos vende fascículos para aprender a fotografiar paisajes exóticos. Operación Triunfo, que ahora vuelve con versión infantil y juvenil nos invade con sus discos, al igual que los chicos de UPA (Un paso adelante). Con todo este mercado, más que nunca podemos comprobar que el objetivo de la tele es ser un soporte de venta de productos que, como relleno, de vez en cuando hace como que informa y entretiene con series y películas.

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