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¿Dónde están las armas?

Entre los varios argumentos que se utilizaron para justificar la guerra contra Iraq el más importante, el más comúnmente admitido, fue el relativo a la amenaza que suponían los arsenales prohibidos de armas de destrucción masiva. Han pasado algunos meses desde que la campaña militar finalizara y esas armas no han aparecido.

Desde un punto de vista legal el problema es menor, porque la carga de la prueba recaía en Sadam. Los inspectores habían logrado localizar y destruir miles de toneladas cuando su trabajo fue interrumpido en 1998. Sus evaluaciones sobre el material restante apuntaban a cantidades muy importantes. En Diciembre pasado Sadam reconoció, en documento enviado al Consejo de Seguridad, que había tenido las armas prohibidas, pero concluía informando que las había destruido. A pesar de los requerimientos de los inspectores, no aportó ninguna prueba sobre cómo, cuándo y dónde se produjo la destrucción de los arsenales. La falta de información unida a la limitada colaboración con los inspectores llevó a la guerra.

Pero la política no es sólo derecho. Los ciudadanos norteamericanos o de los estados europeos exigen pruebas de que la amenaza fue real, de que, en otras palabras, no fueron engañados. He aquí, de forma un tanto esquemática y resumida, algunos datos que pueden ayudar a centrar el problema:

1. El que no hayan aparecido no quiere decir que no existan. Estaban escondidas entonces y lo siguen estando hoy, como los treinta aviones MIG que fueron encontrados enterrados a principios de semana. Se tardará más o menos tiempo, pero al final se hallarán.
2. Sadam nos dio a entender durante todos estos años, la última vez en diciembre, que las tenía y estaba particularmente interesado en que lo creyéramos porque , desde su perspectiva, en eso residía su fuerza.
3. Tan seguro estaba de que las tenía que dio orden de utilizarlas. Como ha reconocido David Kay, máximo responsable del Iraq Survey Team, organismo dependiente de la CIA responsable de la localización de las armas, hay pruebas documentales de que Sadam ordenó a sus generales usar munición química contra la Fuerza Expedicionaria. La revelación aparecerá en el Informe presentado al Congreso, que se publicará en Septiembre.

Pero ¿qué envergadura tienen estos arsenales? Los informes publicados, tanto por administraciones como por institutos independientes, presentan proyecciones a partir de la información disponible en 1998. Se calcula lo que pudo retener y se le suman las cantidades que las fábricas pudieron ir produciendo desde entonces. Pero ese cálculo no es fácil y es de conocimiento común que las fuentes de inteligencia eran muy limitadas. Tenemos que tener en cuenta algunas variables:

1. Importantes cantidades salvadas de los inspectores perdieron su efectividad. En unos casos por su propia naturaleza en otros por la limitada capacidad de los técnicos iraquíes para estabilizar el producto.
2. Los iraquíes pudieron tener problemas para garantizarse los suministros de precursores, elementos necesarios para desarrollar el producto final.

Estos hechos, unidos a la dificultad para esconder los arsenales a las agencias de inteligencia extranjeras, pudieron haber llevado a una política de limitación de existencias. Lo importante no sería tener grandes arsenales sino disponer de capacidad para producir lo necesario, asegurando unas reservas mínimas suficientes. De ser así el volumen escondido será sensiblemente menor al previsto, aunque no por ello menos peligroso.

Para los responsables de la inteligencia norteamericana el problema no es sólo hallar las armas sino reconstruir el proceso completo de su producción: ¿con qué apoyos internacionales contaron?, ¿dónde estaban las fábricas y qué capacidad tenían?, ¿quiénes eran los técnicos encargados de su funcionamiento?, ¿cómo se proveían de los precursores necesarios?, ¿qué instrucciones de uso tenían los comandantes?

La existencia de armas de destrucción masiva y la evaluación de la amenaza que suponían para los países limítrofes no fue una invención, sino una constatación. No fue el único argumento que se manejó, quizás no fue el más importante, pero sí el que se utilizó para conformar una opinión. Poco a poco iremos desvelando el enigma.


GEES: Grupo de Estudios Estratégicos.

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