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Juan Manuel Rodríguez

Confucio, Laporta y una bandera en La Masía

Se nos tuerce Joan Laporta. Y eso que el "Kennedy culé" había empezado su mandato recto, recto como una vara de medir, pero ahora va y se nos tuerce peligrosamente. "Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro" dijo Confucio hace la friolera de dos mil quinientos años. Supongo que el filósofo chino lo diría así, en abstracto, en general, y no pensando concretamente en el Barcelona que se fundaría dos mil cuatrocientos años después, pero Laporta se nos tuerce y lo hace, ¡qué curioso!, exactamente por la misma carretera comarcal, la del provincianismo más cutre y casposo, por la que se adentraron un día José Luis Núñez y Joan Gaspart, "bichas" del "Elefant Blau" que dirigió el actual presidente culé.

Laporta se nos tuerce por un "quítame allá esas banderas" y la directiva azulgrana decide retirar la española, que ondeaba junto a la catalana y la del club, de La Masía, lugar habitual de alojamiento de sus jóvenes talentos. El gesto de Laporta, precedido por ese "gazpacho nocturno" ante el Sevilla que ha sido objeto de mofa del fútbol nacional en pleno, fue más allá. No sólo retiraron la bandera sino que cercenaron de cuajo el mástil que la sujetaba. "Ni un paso atrás", como si España fuera sólo una bandera y Luis Enrique Martínez, emblema barcelonista de los noventa, hubiera nacido en Ripollès.

El gesto (político) de Laporta debería ser apoyado por otro (deportivo) previo al de la banderita. Si el presidente del Barcelona quiere catalanizar el club tendría que trabajar denodadamente por la cantera y entregarle la dirección de su equipo, por ejemplo, a Pichi Alonso. ¿O es que Frank Rijkaard es de la Garrotxa? ¿Y Rustu? ¿Y Ronaldinho? ¿Y Van Bronckhorst? ¿Y Quaresma? Laporta, como sus antecesores en el cargo, vuelve a perderse en lo anecdótico, puesto que si el Barcelona es "más que un club" lo es precisamente por su universalidad y por la capacidad de hacerse grande gracias a la integración de estrellas de fuera como Johan Cruyff, Luis Suárez o Ladislao Kubala.

El vaivén de Laporta cobraría sentido exclusivamente en clave política. No me gustaría pensar que un hombre como él se viera obligado a utilizar el deporte como trampolín hacia puestos más relevantes. En los próximos meses se celebrarán elecciones en Cataluña y, por lo que dicen los expertos, no parece que el nacionalista Artur Mas tenga demasiadas opciones ante el socialista Pasquall Maragall... Idénticos errores a los que cometieron Núñez y Gaspart. Ya lo dijo Confucio hace dos mil quinientos años. ¿Estaría pensando en el Barcelona?


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