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Víctor Llano

Siete españoles presos en Cuba

De los 1532 españoles detenidos en el extranjero, 7 están en Cuba. En el Ministerio de Asuntos Exteriores no han podido decirnos de qué se les acusa, ni cuántos años de condena han de cumplir; pero por pocos que sean, siempre serán demasiados. Es tal el horror que se vive en las cárceles de la Isla que la tiranía comunista no autoriza a Christine Channet –emisaria del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de Naciones Unidas– a viajar al feudo de los hermanos Castro y comprobar el estado en que mueren sus prisioneros.

En 1959 existían en Cuba 15 cárceles y los presos comunes no llegaban a 5.000; sin embargo, hoy son varias veintenas de miles los que son torturados en las ergástulas de un régimen que muy pronto aprendió en qué tenía que invertir los bienes que había robado. El mayor “logro” de la tiranía castrista consiste en haber construido en la ahora Prisión-grande, doscientas prisiones chicas.

A pesar de que nadie ajeno al régimen comunista puede informar con exactitud del número de presos mal llamados “comunes” que hay en Cuba, sabemos que, al menos, pasan de cien mil los ciudadanos que han podido ser condenados no por pedir que se respeten los derechos humanos, pero sí por robar medicamentos en una farmacia sólo para extranjeros, o por llevarse una lata de sardinas de una tienda de Recuperación de Divisas. Si un cubano no dispone de dólares para comprarlas y roba en una de las “diplo-farmacias” del apartheid castrista las medicinas que necesita su hijo, puede ser condenado a varios años de cárcel por la “Justicia” que informatizó el lehendakari Ibarretxe.

Por cierto, aún los jueces de Castro no han decidido si extraditan o no a José Ángel Urtiaga Martínez para que pueda ser juzgado por la Audiencia Nacional. Los magistrados cubanos están muy ocupados en inventar patrañas con el fin de encarcelar a la disidencia interna. Además, la entrega del etarra es un asunto de Estado y antes han de conocer qué opinan sobre este tema en el Palacio de la Robolución. Nunca se sabe qué es lo que más puede convenir al coma-andante, siempre dispuesto a traicionar a sus amigos.

De momento, Urtiaga Martínez puede estar tranquilo, tiene mucha más suerte que los siete españoles que están presos en Cuba, acusados de sabe Dios qué, y condenados sin ninguna garantía. Hace apenas dos meses, un empresario español nos aseguró que a pesar de que le habían robado en la Isla muchos millones de euros, jamás se atrevería a denunciar a los estafadores por miedo a que le tendieran una trampa y le acusaran de un delito que no había cometido. Como recientemente declaró Mariano Rajoy, “Castro es un asesino de la peor especie”, y mientras mantenga el poder, sólo él decidirá quién ha de morirse en los presidios que ha ordenado construir.

Aunque de nada haya servido, nos hemos ocupado bastante de la suerte de los activistas de los derechos humanos encarcelados en Cuba; sin embargo, tal vez por el espanto que nos produce, en muy pocas ocasiones nos hemos asomado a las cavernas en las que son torturados cerca de cien mil cubanos –casi todos negros– que han tenido la desgracia de nacer sin “espíritu robolucionario” y de no conformarse con que sus hijos se mueran por falta de medicinas o de alimentos.

No es probable que éste haya sido el caso de los siete españoles condenados por Castro; no obstante, mientras el régimen comunista no permita a la Cruz Roja Internacional visitar sus mazmorras, sería bueno para todos conocer a través de sus familiares en qué situación se encuentran los siete españoles que han sido encarcelados por la “Injusticia” que el gobierno de Ibarretxe ha ayudado a informatizar.


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