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Amando de Miguel

La estridencia

Tengo dicho que el idioma español es naturalmente enfático, abundoso en exclamaciones, necesitado de un tono que se acerca al griterío cuando coinciden muchas conversaciones en un mismo recinto. En la televisión se nos introduce un grado más. Los presentadores de algunos programas utilizan la estridencia para llamar la atención. Quizá pretendan que el espectador venza la tentación de zapear e irse a otros canales, pero con el riesgo de fomentar esa escapatoria. Seguramente esos presentadores estridentes suponen que los espectadores están en multitud, pero más bien suelen recogerse en la intimidad del cuarto de estar o del dormitorio. En esa circunstancia los gritos agudos y desacompasados más bien molestan. Si, a pesar de todo, esa forma de presentar un programa atrae a mucha audiencia, tanto peor para la audiencia. No voy a ser tan presuntuoso que intente imponer mis gustos más bien extravagantes. Si a mis compatriotas les gusta la estridencia, poco puedo yo hacer más allá de lamentarme

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